Una hora de batalla, media sin discusión: Alcaraz sigue creciendo en Barcelona

Habla la camiseta de Carlos Alcaraz: ahí está la sombra amplia del sudor, signo de la tarde. Siempre espesos y demandantes los partidos contra el incombustible Alex de Miñaur, al final inclinado pero otra vez contestón, replicante siempre, un palo tras otro en la rueda: 7-5 y 6-3, después de 1h 39m. “Jugadores como él son muy rápidos y muy sólidos, y hacen que te precipites al no encontrarle huecos. Te exige mucho”, valora el español, clasificado ya para las semifinales de este bonito Godó en el que él va in crescendo. “Hemos cogido el buen camino. Sabía que en el primer set iba a tener mis oportunidades para volver, y terminar como lo he hecho supone una gran alegría de cara a mañana”, añade. En la penúltima ronda (16.00, Teledeporte y Movistar+) se topará de nuevo con Arthur Fils, beneficiado por el abandono de Stefanos Tsitsipas; a los 15 minutos claudica la espalda del griego y se avecina el también joven francés, imponente hace una semana en la arena de Montecarlo.

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DE JAIME A CARLOS: DÍA DE HERMANOS

De Carlos a Jaime, es el día de los hermanos Alcaraz. Si el mayor de los cuatro hermanos (21) de la familia ha brillado conforme iba cayendo el sol, por la mañana ha sido el menor (13) el que acaparaba la atención en la pista 2 del Real Club de Tenis Barcelona 1899 (RCTB).

Más allá de victoria registrada contra Tim Franco en el torneo de los sub-14 (6-3 y 6-2), todo el mundo quiere comprobar cómo juega Jaime, que hace nada era un retaco y que ahora, poco a poco, ha empezado a dar el estirón. “Míralo, es igualito; anda igual que el hermano”, compara una aficionada.

“Tiene una derecha que nos suena…”, le deslizan a Alcaraz en la sala de conferencias, a lo que el bicampeón del Godó contesta: “Hoy he venido antes para verle. Ha hecho más dejadas de la cuenta, no sé a quién habrá salido… Le encanta el tenis, y eso es lo más importante. No sé hasta dónde llegará, pero tengo muchas ganas de que vaya a entrenar y que mejore”.

El dos del mundo ha sorteado una ronda peliaguda a base de “paciencia” y de “trabajar los puntos”, de pensar que cada uno de ellos iba a ser “una batalla”. Quita hierro al estado de la pista, a la que a mediodía Alejandro Davidovich ha comparado en un arrebato con “Marrakech”, y también al hecho de que Fils apenas haya tenido que jugar por la lesión de Tsitsipas.

“Tiene físico de sobra para aguantar lo que le venga. Aunque no hubiera pasado eso, creo que mañana hubiera estado a su cien por cien igualmente. Quiero pensar que estará descansado, pero quizá sin ritmo. No habíamos jugado nunca, y ahora, en dos semanas, dos partidos seguidos con él…”, apunta.

El francés, de 20 años, ha escalado hasta el puesto 14 del ranking y es una seria amenaza. En el Principado no estuvo lejos de tumbar al español y en los cuatro últimos torneos que ha disputado (Indian Wells, Miami, Montecarlo y ahora Barcelona, aquí un peldaño más) ha alcanzado los cuartos.

En el otro cruce, a las 13.30, se enfrentarán Karen Khachanov (6-4 y 7-5 a Davidovich) y Holger Rune (6-4 y 6-2 a Casper Ruud).

 El murciano resuelve el toma y daca del primer set ante De Miñaur, y se libera en el segundo (7-5 y 6-3, en 1h 39m) para medirse en las semifinales con el francés Fils  

Habla la camiseta de Carlos Alcaraz: ahí está la sombra amplia del sudor, signo de la tarde. Siempre espesos y demandantes los partidos contra el incombustible Alex de Miñaur, al final inclinado pero otra vez contestón, replicante siempre, un palo tras otro en la rueda: 7-5 y 6-3, después de 1h 39m. “Jugadores como él son muy rápidos y muy sólidos, y hacen que te precipites al no encontrarle huecos. Te exige mucho”, valora el español, clasificado ya para las semifinales de este bonito Godó en el que él va in crescendo. “Hemos cogido el buen camino. Sabía que en el primer set iba a tener mis oportunidades para volver, y terminar como lo he hecho supone una gran alegría de cara a mañana”, añade. En la penúltima ronda (16.00, Teledeporte y Movistar+) se topará de nuevo con Arthur Fils, beneficiado por el abandono de Stefanos Tsitsipas; a los 15 minutos claudica la espalda del griego y se avecina el también joven francés, imponente hace una semana en la arena de Montecarlo.

Aquí hay golpes, aquí hay ritmo, aquí se trabaja a destajo. Cada punto es un pequeño tesoro. Porque he aquí De Miñaur, uno de esos rivales astillosos que no regalan nada y que las pelean todas, de esos que aprietan y empujan como si les hubieran dado cuerda, inagotables. Casi siempre un chicle. No se desprende nunca. ¿Qué sería de él con un punto más de fe, con un tiro más definitivo? Curiosa esa forma de sacudirle a la pelota en tierra, afeitando la cresta de la red con esa trayectoria plana y profunda que incomoda a Alcaraz desde el principio. Ahí que va una caña, el ooooohhh a coro de lamento, y con ella la primera rotura, ante la que reacciona el murciano llevándose la raqueta a la espalda y reafirmándolo: efectivamente, esto va a ser duro.

No termina de asentarse, no le deja el australiano, quien maquina y maquina todo el rato bajo la visera. Apenas se le ven los ojos, como si propusiera una partida de póquer constante, retador en cada intercambio y haciendo que no haya pausa ni paréntesis. Espíritu de maratoniano. Tiene piernas para dar y regalar, así que cubre pista y obliga a escorar y apurar. Uf, ups, casi, lástima. ¡Por un centímetro!, le ilustra Joan Laporta, otra vez ahí, al hombre sentado a su lado en el palco. Busca Alcaraz las líneas y reponerse, pero al levantamiento le sucede una serie de imprecisiones que le sitúa de nuevo a remolque, más y más remar porque el pase a las semifinales se vende hoy caro.

Viene De Miñaur de un optimista recorrido en Montecarlo, penúltima ronda allí para él, y no levanta el pie del acelerador. Esprinta, repele, exige el séptimo del mundo. Y el murciano, mientras, quiere comprobar cómo está esa pelota que se ha quedado en la red tras un sonido extraño al salir despedida del cordaje. ¿Pinchada tal vez? No suele fallar en ese tipo de dejada, pero a la siguiente que dibuja la clava donde quería, elegante, quirúrgico, y vuelve a recuperar el terreno perdido por segunda vez. Tú me das, yo te la devuelvo. Es un día a tirones. Cuando se juntan estos dos, suele ser un juego al gato y al ratón y lo disfruta y lo sufre la gente de la grada, que no termina de verlo claro, pero confía, cruza dedos: ya llegará.

Reencontrándose

“¡Vamos animal!”, le empuja uno desde la tribuna, a lo que él responde y suelta un grito feroz cuando araña el juego que le guía hacia la zona dulce: 6-5 arriba, dispuesto a cortar al resto. Y el australiano, a pensar; el más mínimo desliz le pondría contra las cuerdas. Duda, y de repente le cae encima la descarga. Bola de set para Alcaraz y suena el pataleo metálico de los pies sobre la grada, anticipo en Pedralbes de que algo va a suceder, pero se resiste la primera, que no así la segunda; el envío demasiado largo del oceánico decanta por fin el set. Lo ha masticado el de El Palmar como buen rumiante, magnífico indicativo a estas alturas de la preparación. En la arcilla hay que currárselo.

De Miñaur se dispone a golpear de revés.

Así que agacha el lomo Alcaraz y hace la sentadilla, cuádriceps en tensión y apoyos firmes para ganar fuerza de donde no la hay, porque la pelota llegaba mansa y obliga a una maniobra física al alcance de muy pocos: ¡Pam! ¡Ahí la llevas! ¡Vete a buscarla si te atreves! Riñones y pasante ganador. Pero De Miñaur, ya se sabe, no es de los que afloje, intenso siempre él, y contrataca: ¡Zasca! Venga, Carlitos, a ver si pillas esa, pero nada; cae en manos de la jet set del palco. Pende el partido todavía de un fino hilo en el inicio del segundo set, más toma y daca, igual de equilibrado y sin concesiones por una ni otra parte hasta que la cuerda se rompe otra vez a favor del ganador, meritoria la victoria.

Acostumbra el de El Palmar a la vía del brillo, pero el registro demanda otra cosa en estos días de progresión y búsqueda de sensaciones. Sentadas las bases en Montecarlo, el número dos continúa puliéndose y reencontrándose como competidor en arcilla, acomodándose en el proceso de transición. Reforzándolo con este trabajado avance en Barcelona. Son ya tres triunfos en dos sets —23 ya esta temporada, más que ninguno; uno por encima del australiano— y una nutritiva presencia sobre la pista, sin angustias. Logrado el break que por fin lo desnivela todo, al sexto juego, alza los brazos y celebra otra vez: Pedralbes, mañana hay otra cita. Enfrente, un pegador llamado Fils.

DE JAIME A CARLOS: DÍA DE HERMANOS

A. C. | Barcelona

De Carlos a Jaime, es el día de los hermanos Alcaraz. Si el mayor de los cuatro hermanos (21) de la familia ha brillado conforme iba cayendo el sol, por la mañana ha sido el menor (13) el que acaparaba la atención en la pista 2 del Real Club de Tenis Barcelona 1899 (RCTB).

Más allá de victoria registrada contra Tim Franco en el torneo de los sub-14 (6-3 y 6-2), todo el mundo quiere comprobar cómo juega Jaime, que hace nada era un retaco y que ahora, poco a poco, ha empezado a dar el estirón. “Míralo, es igualito; anda igual que el hermano”, compara una aficionada.

“Tiene una derecha que nos suena…”, le deslizan a Alcaraz en la sala de conferencias, a lo que el bicampeón del Godó contesta: “Hoy he venido antes para verle. Ha hecho más dejadas de la cuenta, no sé a quién habrá salido… Le encanta el tenis, y eso es lo más importante. No sé hasta dónde llegará, pero tengo muchas ganas de que vaya a entrenar y que mejore”.

El dos del mundo ha sorteado una ronda peliaguda a base de “paciencia” y de “trabajar los puntos”, de pensar que cada uno de ellos iba a ser “una batalla”. Quita hierro al estado de la pista, a la que a mediodía Alejandro Davidovich ha comparado en un arrebato con “Marrakech”, y también al hecho de que Fils apenas haya tenido que jugar por la lesión de Tsitsipas.

“Tiene físico de sobra para aguantar lo que le venga. Aunque no hubiera pasado eso, creo que mañana hubiera estado a su cien por cien igualmente. Quiero pensar que estará descansado, pero quizá sin ritmo. No habíamos jugado nunca, y ahora, en dos semanas, dos partidos seguidos con él…”, apunta.

El francés, de 20 años, ha escalado hasta el puesto 14 del ranking y es una seria amenaza. En el Principado no estuvo lejos de tumbar al español y en los cuatro últimos torneos que ha disputado (Indian Wells, Miami, Montecarlo y ahora Barcelona, aquí un peldaño más) ha alcanzado los cuartos.

En el otro cruce, a las 13.30, se enfrentarán Karen Khachanov (6-4 y 7-5 a Davidovich) y Holger Rune (6-4 y 6-2 a Casper Ruud).

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