El inquilino de la Casa Blanca anuncia que la nueva tarjeta estará disponible «en menos de dos semanas» y está pensada para atraer a extranjeros creadores de empleo y reducir el déficit nacional El inquilino de la Casa Blanca anuncia que la nueva tarjeta estará disponible «en menos de dos semanas» y está pensada para atraer a extranjeros creadores de empleo y reducir el déficit nacional
Donald Trump es un hombre de negocios. Lo ha demostrado durante años en el sector inmobiliario, donde levantó su imperio, y no lo oculta ahora … que ha regresado a la Casa Blanca. La última prueba la ha dejado este jueves al presentar un nuevo tipo de permiso de residencia para inmigrantes. Extranjeros con la cartera llena, para ser más concretos, porque el acceso a este documento será únicamente previo pago de unos 5 millones de dólares. «Los ricos llegarán, tendrán éxito, gastarán mucho dinero, pagarán muchos impuestos y emplearán a mucha gente», había vaticinado a finales de febrero el presidente de Estados Unidos, al que sólo le faltó frotarse las manos mientras anunciaba su ‘visa de oro’ en el Despacho Oval.
A bordo del Air Force One, el mandatario republicano mostró el jueves un prototipo de la tarjeta, la cual dijo que estará disponible «en menos de dos semanas» y abrirá asimismo la vía hacia la obtención de la ciudadanía estadounidense. En ella aparece una imagen con el rostro del magnate. «Soy el primer comprador», declaró. «Bastante emocionante, ¿no?», preguntó.
La Administración Trump calcula que podría vender «un millón de estas tarjetas, quizás más». Sus compradores, evidentemente, serán multimillonarios y entre ellos, reconoció el magnate, no se descarta que haya oligarcas rusos, pese a las sanciones de Occidente contra ellos tras la invasión de Ucrania. «Conozco a algunos que son muy buenas personas», comentó el presidente, quien negó que la puesta en marcha de la tarjeta dorada debiera pasar antes por el Congreso.
El inquilino de la Casa Blanca se mostró convencido del éxito de su nueva idea de negocio que, en su opinión, ayudará a captar talento extranjero para Estados Unidos. «Creo que las empresas pagarán para traer gente», dijo. Trump puso el foco en «el sector informático» y en ‘gigantes’ como Apple, que «podrán comprar una tarjeta» para fichar a profesionales de otros países. «Gente de alto nivel», insistió el mandatario sobre el perfil de los posibles beneficiarios. Nada que ver, a su juicio, con los millones de inmigrantes -alrededor de 11- que viven en territorio estadounidense de manera irregular y cuyo nivel adquisitivo se encuentra muy lejos de permitirles comprar uno de estos exclusivos permisos de residencia.
Un programa similar
En Estados Unidos ya existe un programa similar, conocido como EB-5, para empresarios extranjeros que quieren invertir -se les exige un capital mínimo- en el país y reciben a cambio una tarjeta verde de residentes permanentes. La Administración Trump, sin embargo, cree que no funciona. Howard Lutnick, secretario de Comercio, aseguró que se trata de un sistema «lleno de tonterías» y que da pie al fraude, por lo que será reemplazado por la nueva tarjeta dorada. Una idea, presumió el magnate, con «un nivel de sofisticación más elevado» y que, además, abrirá «el camino hacia la ciudadanía» estadounidense a largo plazo a sus propietarios.
El magnate afirmó que «es posible» que oligarcas rusos puedan acceder al nuevo documento, pese a las sanciones de Occidente que pesan sobre ellos desde la invasión de Ucrania
La ruta para los extranjeros que han entrado en el país de manera irregular, y que a menudo sobreviven con una economía muy ajustada, es otra: la deportación. Casi 38.000 han sido devueltos a diferentes países -sobre todo latinoamericanos pero también a India, por ejemplo- en el primer mes de mandato de Trump. El presidente de EE UU elevó el martes la presión sobre este colectivo con el anuncio de la creación de un registro para los indocumentados mayores de 14 años, donde deberán inscribirse y proporcionar sus huellas dactilares. Aquellos que no lo hagan podrían enfrentarse a un proceso penal -ahora su situación se considera delito civil- con multas e incluso penas de cárcel. Sin embargo, muchos no querrán exponerse a proporcionar sus datos al Gobierno, un trámite que podría facilitar su expulsión.
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