Trump, el enemigo exterior que alienta una minitregua en la política española

El enemigo exterior hace milagros. La polarización española no ha desaparecido, y el enfrentamiento y la desconfianza entre los dos grandes bloques sigue siendo muy fuerte en casi todos los asuntos, pero la dimensión de la amenaza de los aranceles de Donald Trump para la economía europea y española es tan colosal que parece abrirse espacio para una minitregua. Todo se queda pequeño frente al desconcierto planetario que está provocando el nuevo presidente de EEUU. Ante la inquietud de miles de empresas y centenares de miles de trabajadores en un país tan exportador como España, la batalla nacional, con sus goteos de decisiones judiciales, con su cainismo y su batalla para ver quién es más duro en sus descalificaciones, palidece y queda en un segundo plano.

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 Insólito clima de entendimiento entre el Gobierno y el PP ante la crisis de los aranceles Pero La Moncloa exige a Feijóo que elija entre el presidente de EE UU o sus aliados de Vox  

El enemigo exterior hace milagros. La polarización española no ha desaparecido, y el enfrentamiento y la desconfianza entre los dos grandes bloques sigue siendo muy fuerte en casi todos los asuntos, pero la dimensión de la amenaza de los aranceles de Donald Trump para la economía europea y española es tan colosal que parece abrirse espacio para una minitregua. Todo se queda pequeño frente al desconcierto planetario que está provocando el nuevo presidente de EEUU. Ante la inquietud de miles de empresas y centenares de miles de trabajadores en un país tan exportador como España, la batalla nacional, con sus goteos de decisiones judiciales, con su cainismo y su batalla para ver quién es más duro en sus descalificaciones, palidece y queda en un segundo plano.

De nuevo, llega un momento pandemia para colocar todo el protagonismo en el Gobierno, que ha anunciado ya 14.000 millones de euros en ayudas, y fuerza al PP a recalibrar su posición con una patronal que vuelve a acercarse al Ejecutivo en busca de ayudas y planes de choque. El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, el hombre clave en esta crisis, al que Pedro Sánchez ha encargado que negocie los planes con empresarios y sindicatos, las autonomías y los partidos, ya se ha visto con el PP y tratará de consensuar con ellos y otras formaciones las primeras medidas, que en principio irán este mismo martes al Consejo de Ministros en forma de uno o varios decretos. Está previsto que haya intercambio de papeles entre grupos este domingo y lunes, antes del Consejo, algo que ya en sí indica un cambio importante en la relación entre los dos grandes partidos, aunque la desconfianza no ha desaparecido y todo puede complicarse en cualquier curva.

“Es un momento muy interesante. Todo se recoloca. También en Europa”, resume un ministro. “Nada indicaba que esta sería una legislatura europeísta, había mucho escepticismo. Y, sin embargo, cuando vamos a Bruselas, todos los ministros escuchamos discursos de unidad europea, de grandes planes conjuntos. Incluso ministros en teoría euroescépticos se suman. Es el efecto que tiene Trump. Lo cambia todo y hay que reubicarse. El PP también se ve forzado, aunque no nos creemos nada mientras siga pactando los Presupuestos con Vox. Si quiere hacer un cambio de verdad, tiene que empezar por romper con ellos”.

El golpe de Trump cambia por completo la política española. Ya lo había hecho su decisión de dejar sola a Europa, amenazar con retirarle el paraguas militar de EEUU que ha funcionado con una gran simbiosis desde el final de la II Guerra Mundial. Eso ya había girado el debate en Europa y forzado a Sánchez a garantizar que acelerará el cumplimiento del compromiso de llegar al 2% del PIB en gasto en defensa. Este mismo martes el Gobierno aprobará 2.000 millones de euros, en su mayoría para armamento.

El giro es radical en toda Europa, y nadie puede fingir que no existe. El PP, que en las primeras semanas tras la toma de posesión de Trump intentó seguir en su agenda nacional, se ha visto obligado a entrar de lleno para alejarse del presidente estadounidense, que en este momento es material tóxico para todos los políticos europeos. Incluso sus aliados más cercanos, como la italiana Giorgia Meloni, que estuvo en la toma de posesión del republicano, como Santiago Abascal, hacen equilibrios para decir que los aranceles son un “error” aunque “no una catástrofe”. Y en Alemania, un gobierno conservador rompe con la austeridad que siempre defendió la CDU y aprueba con socialdemócratas y verdes un fondo de 500.000 millones para infraestructuras, 100.000 de ellos para políticas contra el cambio climático. Un movimiento que contrasta radicalmente con el acuerdo del PP y Vox en la Comunidad Valenciana, por ejemplo.

En este contexto, el Gobierno cree que hay una gran oportunidad política porque los ciudadanos están comprobando los desastrosos efectos en EE UU de un gobierno de ultraderecha aliado directo de Vox. Sánchez vuelve así no solo al marco que en el que mejor se ha movido en estos siete años, esto es, los momentos difíciles en los que él defiende el uso de toda la fuerza del Estado para proteger a empresas y trabajadores, como anunció el jueves en La Moncloa. También al de las elecciones de julio de 2023, en el que logró movilizar a la izquierda para impedir un Gobierno del PP con Vox.

Por eso, y pese a que el Ejecutivo está negociando esta vez desde el primer momento el plan de los 14.000 millones con el PP, al que ha dado trato preferente, Sánchez y sus ministros exigen a los populares que aprovechen este momento antiTrump para romper con Vox. En esa línea se movió este sábado Diana Morant, ministra de Ciencia y líder de los socialistas valencianos. “O se está con los productores y con la UE o se está pactando Presupuestos en la Comunidad Valenciana con los socios de Trump. ¿Qué más tiene que pasar en el mundo para que el señor Feijóo rompa con la ultraderecha y vuelva a la senda del Partido Popular Europeo? O con Vox o con Europa”, clamó.

En La Moncloa están convencidos de que eso no va a suceder. Feijóo necesita a Vox no solo en las autonomías y más de un centenar de ayuntamientos, sino en el futuro para llegar al Gobierno y no va a romper con ellos, analizan. Por eso creen que este nuevo tono del PP solo obedece a que sabe que hay un enorme rechazo social a las medidas de Trump y que los propios empresarios están presionando para que haya acuerdo. “Ahora está todo el planeta Tierra contra Trump. Pero el PP solo sería creíble si diera un golpe en la mesa y dijera ‘estoy dispuesto incluso a perder la Comunidad Valenciana pero yo rompo con los socios de Trump’. Esas son las decisiones que cambian la política y que te hacen ganar”, señala otro ministro. “Sánchez ha hecho algunas de esas. Pero Feijóo no lo hará. No es su estilo y tiene la presión de Ayuso. No logran sacudirse el miedo a esa competición con Vox para ver quién es más antisanchista”.

Otros miembros del Ejecutivo muestran su sorpresa por el fallo estratégico de Feijóo al no calcular que iba a llegar este momento de los aranceles y no haber pospuesto los acuerdos de Presupuestos con Vox para más adelante, no justo ahora cuando todo el foco está puesto en Trump, al que Abascal sigue defendiendo.

En cualquier caso, en La Moncloa están convencidos de que ahora viene una etapa “muy presidencial”, con mucho protagonismo de Sánchez, que esta semana viaja a Vietnam y China para lanzar un mensaje claro de que el mundo es mucho más grande que la patria de Trump y nadie se va a quedar parado mientras la gran potencia hegemónica de los últimos 80 años se encierra en sí misma. “Es el momento del Consejo Europeo, de los gobiernos, de los presidentes”, sentencia otro ministro. “Sánchez es ganador en estos debates. Feijóo no puede competir ahí. Si la agenda es internacional, el presidente no tiene rival”.

La visión del PP

En el PP, por el contrario, creen que Sánchez va a sufrir en este momento de turbulencia internacional porque no tiene una mayoría parlamentaria sólida para aprobar ninguna medida de calado y necesita unos Presupuestos que no puede sacar adelante. “La precariedad parlamentaria lo va a devorar”, auguran los populares.

En el partido de Feijóo destacan como un momento importante para entender su tono la reunión de su vicesecretario Juan Bravo con el ministro de Economía. A los populares les satisfizo el formato del encuentro con Cuerpo -en el que se les dio un trato preferente, porque fueron convocados antes que el resto de los grupos y en solitario- y percibieron “sensibilidad” del ministro a algunas de sus peticiones, como la de involucrar a las comunidades autónomas en la elaboración del plan para responder a los aranceles.

Tras esa cita, en la cúpula del PP confirman su disposición a un acuerdo con el Gobierno. “El PP no se va a cerrar a apoyar según qué medidas, cuando se produzcan. Es verdad que nuestra tesis es que cuando a Sánchez le fallen sus socios, no nos busque; pero tratándose de un tema de Estado, si el Gobierno nos los explica y podemos contribuir, este no va a ser un contexto en el que vamos a exhibir hostilidad”, explican en el gabinete del líder popular. “La situación está provocada por un factor exógeno, Trump, que compromete a nuestros sectores productivos, y hay una gran incertidumbre de las empresas españolas y los trabajadores. No somos un partido adolescente”, argumentan en el PP, que ha recibido estos días muchas llamadas de empresarios muy preocupados.

Los populares dejan claro que no se trata de un punto de inflexión en su relación con el Gobierno de Sánchez. En otros asuntos de Estado, como el aumento del gasto militar que reclama Bruselas, la distancia entre el PP y Sánchez sigue siendo la misma que hasta ahora. “Apoyar a un Gobierno en el que una parte quiere irse de la OTAN no es sencillo para nosotros”, arguyen en Génova.

Feijóo ve una oportunidad en este contexto, además, para desgastar a su principal rival en la derecha, Vox, atrapado en la incoherencia de defender a Trump pese a que los aranceles van a perjudicar la economía española. En el entorno del líder popular dicen tener encuestas internas en las que el partido de Santiago Abascal ha empezado a frenar su crecimiento, que se había disparado tras la dana de Valencia y la llegada de Trump a la Casa Blanca, a raíz de la escena de ataques del presidente estadounidense al de Ucrania, Volodímir Zelenski, en el Despacho Oval. Y el PP espera que se profundice ese retroceso ahora por la crisis arancelaria.

Feijóo ha disparado contra Vox esta semana, acusándoles de “antipatriotas” por seguir defendiendo a Trump. Pero, en paralelo, los populares esperan cerrar pronto los acuerdos presupuestarios con la extrema derecha en varias comunidades autónomas, como Murcia y Aragón, pese a la contradicción que supone. En Génova creen, en cambio, que no les desgastan esos acuerdos en su electorado y, al contrario, que el problema lo tendrían en los votantes de la derecha si solo le dieran la mano al PSOE y rompieran con Vox. Feijóo sigue al pie de la letra su hoja de ruta, en la que trata de hacer compatible crecer a la vez hacia el centro y hacia la derecha radical. En La Moncloa creen, por el contrario, que sigue metido en una contradicción insalvable, porque no se puede estar a la vez con Vox y contra Trump.

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