El grupo criminal, el más extendido de la ciudad brasileña y dedicado al tráfico internacional de cocaína, tiene bajo su mando a 30.000 hombres en las dos gigantescas favelas asaltadas el martes por la Policía El grupo criminal, el más extendido de la ciudad brasileña y dedicado al tráfico internacional de cocaína, tiene bajo su mando a 30.000 hombres en las dos gigantescas favelas asaltadas el martes por la Policía
El Comando Vermelho, la organización criminal dedicada al tráfico mundial de cocaína que el martes fue objeto del gran operativo policial en Río de Janeiro … que dejó más de 130 muertos en dos favelas, es el resultado de un mal experimento llevado a cabo hace medio siglo por la dictadura militar. A finales de los años 70, al régimen de entonces se le ocurrió que la mejor manera de despolitizar a antiguos militantes era juntarlos en una infernal prisión de la isla de Ilha Grande con delincuentes comunes. Lo que en verdad ocurrió fue justo lo contrario: los guerrilleros enseñaron a los reclusos a organizarse y resistir, dando lugar a uno de los grupos más sanguinarios.
La Falange Vermelha, que después pasó a ser el Comando Vermelho o Comando Rojo, tomó su nombre de la sangre derramada en el penal Cándido Mendes, donde las terribles condiciones en las que se encontraba la población carcelaria no les dejaba otra opción que morir u organizarse. Fue así cómo el grupo decidió pasar a la acción financiando fugas carcelarias y recurriendo a métodos delictivos para recaudar dinero y mejorar las condiciones de la prisión.
El modelo caló prontó en otros penales y ya en la década de los 80, cuando varios miembros del Comando Vermelho escaparon de la cárcel y decidieron radicarse en Río de Janeiro, optaron por especializarse en el asalto a bancos y secuestro de empresarios y grandes personalidades. La alta peligrosidad de esas acciones les hizo pronto darse cuenta de que, en pleno boom de los cárteles de la droga Colombia, era un mejor negocio centrarse en el narcotráfico. Empezaron de forma modesta, primero con el menudo de marihuana hasta dedicarse hoy al tránsito mundial de estupefacientes y armas.
El Comando Vermelho es hoy una sólida estructura compuesta por más de 30.000 hombres, según los datos de la fundación Insight Crime. Son la segunda mayor organización criminal de Brasil, solo precedidos por su gran rival, el Primer Comando de la Capital (PCC), de Sao Paulo. Y lo que les ha consolidado como el grupo más extendido en todo Río de Janeiro y también en el más escurridizo es su manera descentralizada de operar en dos gigantescas favelas del norte de la ciudad -Alemao y Penha- donde líderes locales ejercen el mando y se camuflan entre más de 300.000 vecinos.
A diferencia de otras organizaciones criminales, uno de los rasgos que les permite contar con cierto grado de protección de los habitantes que les rodean es el control social que hacen en territorios sumidos en la miseria y donde el Estado brasileño ejerce prácticamente un control nulo. Tan es así que parte de los ingresos que obtienen del narcotráfico, la extorsión y el blanqueo de dinero lo destinan a ayudar a reclusos y sus familias. También cuentan con un sistema de justicia propio a través del cual imponen castigos o condenas que pueden suponer incluso la ejecución de quienes incumplen sus normas o les traicionan.
Bajo su histórico lema ‘Paz, justicia y libertad’, el Comando Vermelho ha sabido tejer un fuerte entramado que, además de permitirle controlar más de la mitad de las zonas dominadas por facciones criminales en la región metropolitana de Río de Janeiro, le ha hecho dar el salto a otras partes de Brasil. No en vano, están presentes en al menos 25 Estados, sobre todo en las regiones Norte y Nordeste. También poseen vínculos con cárteles de países vecinos como Colombia, Bolivia y Perú.
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