Luís Montenegro, el primer ministro conservador, se juega su futuro en la cita con las urnas del 18 de mayo Luís Montenegro, el primer ministro conservador, se juega su futuro en la cita con las urnas del 18 de mayo
Portugal era un modelo de estabilidad institucional. La derecha y la izquierda convivían sin apenas broncas. El país tampoco soporta las tensiones territoriales que tanto … alteran el clima político de su vecino español. La economía, además, resiste: el Banco de Portugal prevé un crecimiento del 2,3% este año, aunque, eso sí, el precio de la vivienda no deja de crecer. Pero esa solidez parece rota: el próximo 18 de mayo los portugueses tendrán que ir a las urnas para votar en sus terceras elecciones anticipadas en tres años.
El primer ministro, el conservador Luís Montenegro, apenas ha durado once meses en el cargo. Su Gobierno cayó en marzo al no sacar adelante la moción de confianza que había presentado en el Parlamento. La oposición no dio por buenas sus explicaciones sobre un negocio familiar. Montenegro creó en 2021, cuando no estaba en política, la empresa Spinumvisa, que presta servicios relacionados con la protección de datos. Al regresar a la arena parlamentaria, traspasó la gerencia de la compañía y las acciones a su esposa. Como están casados en régimen de gananciales, siguió beneficiándose de esta actividad empresarial. Y entre sus clientes hay, por ejemplo, una sociedad con tres casinos cuya concesión depende del Ministerio de Economía. Saltó el escándalo.
Montenegro, líder del Partido Social Demócrata (PSD), superó dos mociones de censura porque el Partido Socialista (PS) se abstuvo. Y luego se sometió voluntariamente a un moción de confianza que perdió. Gobierna en minoría: sólo cuenta con 80 de los 230 escaños. ¿Por qué presentó entonces esa moción? Según la prensa portuguesa, el PSD está convencido de que le beneficia adelantar los comicios. Sus rivales no atraviesan un buen momento. Los socialistas no remontan y la ultraderechista Chega ha encadenado varios escándalos, aunque tiene a su favor el crecimiento de la polarización política. Montenegro confía en que las urnas le den impulso para dirigir un país que en 2026 celebrará elecciones presidenciales.
Los índices de votación en Portugal suelen ser bajos, pero los ciudadanos son reclamados una y otra vez a las urnas. La última votación para renovar el Parlamento fue en marzo de 2024. Venció la alianza integrada por el PSD de Montenegro y el democristiano CDS-PP. Esos comicios adelantados tuvieron lugar por la dimisión del entonces primer ministro, el socialista António Costa, tras ser acusado por la Fiscalía de irregularidades en varias concesiones empresariales que no fueron probadas. Costa gobernaba con mayoría absoluta gracias a otra cita electoral anticipada, la de enero de 2022. Convocó aquellos comicios después de ser incapaz de sacar adelante los presupuestos generales.
Ahora es Montenegro quien se enfrenta al colapso de su Gobierno. La incertidumbre se ha adueñado del habitualmente apacible panorama político luso. La población asiste a este baile alrededor de las urnas con cada vez mayor desencanto. Un encuesta refleja que el 60% de los ciudadanos considera que el sistema institucional está fallando en la defensa del bienestar común.
Empate con los socialistas, según una encuesta
En tiempos de crisis, el electorado suele apostar por posturas conservadoras. Montenegro, que recibió una buena herencia económica de Costa, presume de que durante su año de mandato han subido los salarios en parte de la Administración pública y de que ha implantado rebajas fiscales para los jóvenes. Además, defiende que no ha cometido «ningún delito» en el asunto de su empresa familiar. Un sondeo de Pitagórica realizado en marzo daba una ligera ventaja a la coalición de derechas del Ejecutivo sobre los socialistas (los dos bloques rondan el 30%). Y anunciaba un descenso de la extrema derecha de Chega: del 18,1% que cosechó en la últimas legislativas al 13,5.
Montenegro, abogado de profesión, fue socorrista de joven durante los veranos. Ahora, obligado a pasar este examen electoral anticipado, está con el agua al cuello. Si pierde, será su final político. Si gana, recibirá un aval para tratar de encontrar la salida en el laberinto político luso.
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