La líder socialdemócrata se convirtió en 2019 en la primera ministra más joven de Dinamarca tras años de activismo y con un beligerante discurso contra la inmigración La líder socialdemócrata se convirtió en 2019 en la primera ministra más joven de Dinamarca tras años de activismo y con un beligerante discurso contra la inmigración
Detrás del lema que acompañará la presidencia danesa del Consejo de la UE hasta final de año, ‘Una Europa más fuerte en un mundo en … transformación’, hay algo de biográfico de la primera ministra del país nórdico. Mette Frederiksen se ha afianzado en el poder, al que llegó en 2019, gracias a su propia evolución y a un cambio radical de discurso, sobre todo, en cuestiones comunitarias. De euroescéptica a abanderada del rearme en Bruselas. Del ‘club de los frugales’ –rechazó, por ejemplo, los fondos Next Generation– a posicionarse junto a quienes demandan una emisión de deuda conjunta para financiar la defensa europea. «Ya no era el lugar adecuado para nosotros», argumentó hace unos días sobre su reubicación en el bloque.
Los bandazos dentro de la UE y la moderación de su postura en asuntos migratorios son las contadas curvas que aparecen en la trayectoria política de Frederiksen, de 47 años, que desde cría tomó el camino recto para convertirse en la líder de la socialdemocracia danesa que es hoy. «Tiene sangre de la clase obrera en sus venas», retrata el diario ‘Politiken’. De padre tipógrafo y madre profesora, la familia de la primera ministra reconoce que su «obsesión por los asuntos públicos» comenzó a una edad muy temprana. De niña se implicó en iniciativas para preservar las selvas tropicales o proteger a las ballenas y cuando alcanzó la adolescencia, con 15, se unió a las Juventudes Socialistas. Era sólo el primer paso de una carrera que tomó velocidad al acabar los estudios universitarios.
Graduada en Administración y Ciencias Sociales por la Universidad de Aalborg, su ciudad natal, y con un máster en Estudios Africanos –el apartheid es uno de los temas que le preocuparon desde pequeña– en Copenhague, Frederiksen consiguió un asiento en el Folketing, el Parlamento danés, con 24 años. No tardó en llamar la atención por su estilo directo, su especial sensibilidad hacia los asuntos laborales o relacionados con la educación y su perfil combativo en materia de igualdad. En 2011, con 33, dejó su escaño para estrenarse como ministra. Primero asumió la cartera de Trabajo y, seguido, en 2014, la de Justicia. Sus inicios en política como activista comenzaban a quedar atrás aunque ella, con independencia de su cargo, nunca ha abandonado luchas como la abolición de la prostitución o la agenda verde.
41
años
tenía Mette Frederiksen cuando en 2019 ganó sus primeras elecciones y se convirtió en primera ministra de Dinamarca, la más joven en la historia del país nórdico.
Los socialdemócratas confiaron en Frederiksen como sucesora de Helle Thorning-Schmidt, primera mujer en tomar las riendas de Dinamarca, y la colocaron al frente de la mayor formación del país. Fue entonces, en 2015, cuando su discurso –muy beligerante– contra la inmigración obtuvo un enorme eco y, aunque lo ha suavizado con el paso del tiempo, todavía hay quien la sitúa en la derecha más radical. «Siempre digo que la gente no huye sin razón. Hay muchos conflictos y muchos refugiados en el mundo, y todos necesitan protección. Tenemos que protegerlos y garantizarles una vida mejor, pero no podemos ayudar a todos dentro de nuestras propias sociedades», explicó la primera ministra, perteneciente a una nueva hornada de líderes políticos europeos, más pragmáticos, en una entrevista para la revista ‘Vogue’.
Matanza de visones
El debate migratorio apenas tuvo protagonismo en su primer mandato. Frederiksen ganó las elecciones en 2019, con 41 años, y sólo seis meses después tuvo que enfrentarse a la pandemia del Covid-19 como jefa –la más joven en la historia de Dinamarca– de un Gobierno de coalición progresista. Su gestión de esta crisis recibió elogios internacionales aunque dentro del país, el primero de la UE que declaró el fin de la emergencia sanitaria, fue muy criticada por sus restricciones y, sobre todo, por la decisión de exterminar 15 millones de visones dentro de esas medidas. La estrategia de adelantar comicios para evitar una moción de censura le funcionó y en 2022, con la socialdemocracia en retroceso en Europa, arrancó su segunda legislatura con una alianza –con liberales y moderados– algo más compleja que la anterior.
Reuters/EFE



La líder danesa, casada un par de veces, la segunda con el cineasta Bo Tengberg, y madre de dos hijos de su primer matrimonio, se ha convertido en esta segunda etapa en una de las grandes defensoras de la ayuda militar a Ucrania hasta el punto de que, en 2023, se coló en la lista de favoritos a dirigir la OTAN. También ha destacado por su firmeza frente a las aspiraciones expansionistas de Donald Trump.
«Creo que habla en serio. Quiere Groenlandia. Nosotros también hablamos en serio. Y no vamos a dar un paso atrás», zanjó la primera ministra, a la que el presidente de EE UU telefoneó a principios de este año. La conversación duró 45 minutos. Dicen que Trump no hizo más que gritar y que Frederiksen no perdió la calma ni un segundo. Se desconoce cómo lo consiguió. Quizás se dedicó a tomar notas, una de sus «pasiones». «Hago listas de las cosas que tengo que terminar. Me gusta sentir el placer de haber terminado algo para poder pasar al siguiente».
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