El presidente se anota un éxito diplomático con la conferencia sobre Palestina pero ve peligrar el Gobierno de Bayrou El presidente se anota un éxito diplomático con la conferencia sobre Palestina pero ve peligrar el Gobierno de Bayrou
El presidente francés, Emmanuel Macron, disfruta de unas vacaciones estudiosas en el Fuerte de Brégançon. Como cada verano desde su llegada al Elíseo en 2017, … pasa esta primera quincena de agosto en la residencia presidencial en la Costa Azul, en el sudeste del país. Estas dos semanas en el Var son una breve tregua en medio de un verano políticamente complicado, y que precede a un otoño que se prevé muy tenso. No en vano, el nuevo curso político podría desembocar en una moción de censura exitosa contra el Gobierno de François Bayrou, compuesto por una coalición entre los partidos afines a Macron y la derecha tradicional de Los Republicanos (LR).
El jefe del Estado suspendió a a mediados de esta semana su reposo veraniego para enviar a Bayrou una carta que supone un punto de inflexión en el conflicto diplomático con Argelia. Macron le pide «más firmeza y determinación» ante Argel. En concreto, alienta al Ejecutivo a suspender los beneficios que disponen los argelinos con un pasaporte diplomático u oficial, que les permite viajar libremente al territorio galo sin pedir un visado. «Francia tiene que ser fuerte y hacerse respetar», añade en la misiva, a cuyo contenido tuvo acceso el diario’Le Figaro’.
Esta irrupción mediática en pleno agosto sobre la espinosa cuestión de Argelia no resulta sorprendente. La política internacional es la prioridad del presidente en medio del atolladero político en el que se encuentra su país tras su criticada decisión de convocar las elecciones legislativas anticipadas del 7 de julio de 2024. Su presidencia se ha caracterizado en el terreno diplomático por bellos discursos y acciones voluntaristas, a menudo acompañadas por resultados escuetos. No obstante, París ha obtenido recientemente un éxito diplomático con la conferencia de la ONU sobre Palestina, copresidida por Francia y Arabia Saudí.
Esa cumbre en Nueva York, celebrada a finales de julio, sirvió para que Francia, el Reino Unido, Canadá, Australia y Portugal acordaran un reconocimiento en septiembre del Estado palestino. También permitió que 17 naciones árabes condenaran por primera vez los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023. Reunido con sus consejeros, Macron se quejó de la poca repercusión mediática en su país que había tenido esa victoria diplomática, informó esta semana el periódico ‘Le Canard enchaîné’. El buen desenlace de la conferencia sobre Palestina -a la que Israel hizo oídos sordos- representa, de hecho, un oasis en medio de un verano difícil para el presidente francés.
Malestar por los recortes
La popularidad del jefe del Elíseo ha vuelto a caer ubicándose en unos niveles críticos (apenas el 19%) y aún más lo hace la del primer ministro. Bayrou se ha convertido en el responsable del Ejecutivo más impopular en la historia de la Quinta República. Apenas un 12% de los franceses confían en él, según un sondeo reciente publicado en el diario ‘Les Echos’.
El derretimiento veraniego de su popularidad ha coincidido con el anuncio el 15 de julio de una agresiva batería de recortes. El Ejecutivo quiere reducir en más de 40.000 millones de euros el gasto público, suprimir dos días festivos y congelar las pensiones, ayudas sociales y los salarios de los funcionarios. El gabinete del primer ministro anunció esta semana la creación de un canal de YouTube. Y Bayrou publica cada día un vídeo en que defiende sus políticas de austeridad, cuyo objetivo es reducir el elevado déficit público (del 5,8% del PIB galo a finales del año pasado).
Tanto la izquierda comola ultraderecha amenazan con tumbar al Ejecutivo mediante una moción por su política de recortes
Esta estrategia comunicativa difícilmente revertirá el malestar provocado por los recortes. Tanto la oposición de izquierdas como la extrema derecha de Marine Le Pen -ambas suman la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional- han anunciado que bloquearán su aplicación a través de una moción de censura el próximo otoño. Una iniciativa que cuenta en estos momentos con altas probabilidades de prosperar, aunque no se puede descartar un acuerdo in extremis del Gobierno con Le Pen o el Parido Socialista que salve la cabeza de Bayrou. Antes de un difícil debate presupuestario, a partir de octubre, el Ejecutivo se enfrentará en septiembre al test de la calle.
Los sindicatos decidirán a principios de ese mes cuándo se movilizarán en contra de los recortes. Desde las filas gubernamentales observan con atención las llamadas en las redes a «bloquear el país» el 10 de septiembre. La capacidad de movilización de esta iniciativa, con reminiscencias a la revuelta en 2018 de los llamados ‘chalecos amarillos’, resulta toda una incógnita. De momento, no cuenta con el apoyo de los sindicatos y estos han sido los únicos en los últimos años capaces de organizar manifestaciones multitudinarias.
Macron corre el riesgo de enfrentarse a una tormenta política perfecta en los próximos meses: un incendio en el Parlamento francés y la calle. Y todo ello en medio de un ambiente crepuscular en que miembros destacados de su Gabinete, como el ministro del Interior, Bruno Retailleau, ponen en duda el futuro del macronismo.
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