Los duros bombardeos lanzados por Rusia desde que comenzaran los contactos con EE UU para negociar una tregua han matado al menos a una quincena de menores y causado heridas a decenas Los duros bombardeos lanzados por Rusia desde que comenzaran los contactos con EE UU para negociar una tregua han matado al menos a una quincena de menores y causado heridas a decenas
‘Para mi Alina, para siempre tuya, Danylo’.
Danylo Nikitskiy y Alina Kutsenko apenas llevaban dos meses saliendo juntos. Dos novios de 15 años. El … 4 de abril quedaron en verse. Era un día especial. Los examenes y las clases online a causa de la guerra les habían impedido estar juntos todo lo que hubieran querido. Danylo sacó a pasear a su perro, luego corrió a casa de Alina. En el camino se encontró con la madre de la joven. Le ayudó a subir las compras a casa.
Así lo describe ‘The Wall Street Journal’ en una recomposición del bombardeo registrado el 4 de abril en la localidad ucraniana de Krivóí Rog donde murió una veintena de personas. Entre las víctimas hubo nueve menores. Unicef calcula que unos 3.000 niños y adolescentes han sido assinados en esta guerra. Y la de Krivói Rog ha sido una de las matanzas más letales, nueve días antes de que otra masacre devastara la ciudad de Sumy, con 34 fallecidos, también varios niños, y justo tres semanas después de que Estados Unidos y Rusia iniciaran la negociación para un alto el fuego definitivo. Una paz que los niños muertos no conocerán.
Danylo y Alina salieron a pasear. La tarde animaba a caminar Había restos de nieve, pero la temperatura resultaba acogedora. Deambularon por las calles en compañía de dos amigos hasta llegar a las inmediaciones de un parque infantil. Eran casi las seis de la tarde. En un restaurante cercano acababa de celebrarse una reunión de empresa con decenas de empleados.
En ese momento, al otro lado de la frontera, un equipo artillero ruso disparó un misil Iskander. Supersónico. Apenas tardó dos minutos en penetrar en el espacio aéreo ucraniano, recorrer un puñado de kilómetros y hacer blanco en el parque. Tan rápido que las alarmas antiaéreas sonaron casi al tiempo que caía del cielo.
Danylo y Alina posiblemente solo llegaron a presentir la amenaza y que su tiempo se acababa. La deflagración hizo temblar el suelo. A un centenar de metros, el cocinero del restaurante, que había salido a la calle a fumar un cigarrillo, resultó despedido contra una pared. Un instante antes, en el móvil de un compañero saltó la alarma que anunciaba el misil. Pero no les dio tiempo ni siquiera a correr.
El cocinero miró a su alrededor. Aturdido. Una mujer contemplaba conmocionada a su hijo de corta edad, derribado de su triciclo, muerto sobre la acera. Más allá, en un banco del parque, un chaval continuaba sentado, con la cabeza truncada sobre el respaldo. Otro cadáver, el de Radyslav, de 7 años, un pequeño orgulloso de liderar en su colegio una campaña para alimentar a perros y gatos callejeros. «Siempre sostenía la bolsa de comida como si fuera un tesoro.», recuerda su profesora en una declaración a la agencia AP. Jugaba con una compañera de clase, de la misma edad. Dos sillas del aula permanecen vacías desde entonces.
AFP

En la carretera que rodea el parque infantil, un coche se detuvo, Un gran agujero rasgaba la carrocería. Dentro, cinco pasajeros estaban bañados en sangre, Un misil puede acabar para siempre con el pacífico retorno de unos padres y sus tres hijos a casa. Los equipos de emergencia pudieron trasladar al matrominio y a los dos más mayores al hospital. El pequeño quedó inmóvil en el asiento trasero en un regreso inacabado a su hogar. Sin vida. La metralla cayó justo sobre él. Le apasionaba el fútbol.
En medio del caos, el humo y el fuego, un policía solo acertaba a gritar por su emisora que todos los cuerpos diseminados por el parque estaban muertos.
Los padres de Danylo y Alina quisieron alimentar la esperanza de que el romático paseo de sus hijos no les había conducido al lugar del que surgía una columna de humo negro. Pero el silencio de sus móviles hacía presagiar un mal final. El padre del muchacho descubrió minutos después su cadáver. Reconoció sus zapatillas de deporte y la sudadera que escapaban bajo la sábana que lo cubría. Danylo y Aina continuaban cogidos de la mano. Para toda la eternidad.
El niño al que emocionaban las estrellas
«Ni siquiera la explosión pudo separarlos», dijo la madre de la adolescente a ‘The Wall Street Journal. ‘Para mi Alina, para siempre tuya, Danylo’, reza la cinta que anudaba las flores sobre la tumba que comparten en Krivói Rog.
A pocos metros, otra losa. Los cohete rusos hacen crecer tumbas cuando caen en Ucrania. Es el sepulcro diminuto de Timofey, de 3 años. El más pequeño de los nueve menores asesinados en Krivói Rog. Sus últimas fotos le muestran con gesto travieso, el pelo revuelto, agarrado firmemente a un camión de bomberos de juguete. Era el que llevaba cuando explotó el proyectil.
Reuters

Volvía a casa con su abuela tras jugar en el arenero del parque. Qué sabe un niño de tres años de treguas. Ni Donald Trump, ni Steve Witkoff, ni Vladímir Putin ni Serguéi Lavrov han escuchdo hablar de él. Pero es una de esas víctimas que se suceden casi a diario en la exrepública mientras muchos de sus habitantes esperan el tiempo de descuento hacia la paz. Timofey todavía pudo ser rescatado con vida, pero la esperanza duró poco. El 5 de abril murió en el hospital. Le emocionaba contemplar el firmamento en las noches sin miedo.
Danylo Khudya, de 17 años, perdió la vida el 24 de abril. Otro adolescente que no verá la paz. Moscú atacó ese día Kiev con doscientos drones y misiles.. Como si el Kremlin no hubier anunciado horas antes que la negociación del alto el fuego necesitaba tiempo, pero que se avanzaba «en la dirección correcta». Un día antes, en Londres, EE UU y sus aliados del Reino Unido, Francia y Alemania habían cancelado la minicumbre con una misión diplomática ucraniana destinada a buscar puntos de consenso para el diálogo. El presidente Volodímir Zelenski anunció que no estaba dispuesto a admitir la anexión de Crimea a Rusia y el secretario de Estado nortamericano, Marco Rubio, suspendió el encuentro.
Lejos de la tensión diplomática, doce personas fallecieron despezadas en Kiev. Más de noventa resultaron heridas. Todavía resonaban las arremetidas verbales de Trump contra Zelenski,frustrado porque el líder ucraniano no aceptaba sus condiciones políticas para negociar con Moscú.
Danylo, Danya para sus amigos, ya no estaba para escuchar a sus padres hacer comentarios sobre la última bronca de Trump, Fue dado por desaparecido. Pero al cabo de catorce horas su cuerpo pudo ser localizado entre los escombros. Le gustaban los aviones, los cohetes, todo lo que volaba. Quería ser ingeniero y especializarse en la rama aeroespacial. Y lo que volaba, un misil supersónico preparado para no dejar nada con vida a su alrededor, impactó a medianoche contra la vivienda familiar, una primera planta de un edificio de dos pisos en el distrito de Svyatoshynskyi.
El zumbido y la explosión
Yevhenii Plakhotnikov, de 40 años, apenas tuvo tiempo de saltar de la cama y calzarse un zapato. Vive en el bloque de enfrente al de Danylo. Cuenta que primero escuchó el zumbido de los drones rusos y luego la alerta antiaérea que anunciaba la llegada de un proyectil pesado. Una explosión repetina rompió los cristales y arrancó las puertas de su piso. Cuando salió a la calle, un vecino apuntaba a lo que había sido el segundo edificio. «Ha desaparecido», repetía. Danya había muerto en lo que se tarda en calzarse un zapato.
«Era mi mejor amigo. Ayer paseaba a mi perro. Y ahora se ha ido», explicaba uno de sus muchos amigos, que aguantaron toda la noche junto a los escombros mientras los rescatistas realizaban su trabajo. Trataban de consolar a su novia, que no quiso moverse hasta encontrar su cuerpo. La hermana menor de Danyo había sido trasladada al hospital, herida, Nadie sabe qué puede pasar por su cabeza.
La familia Khudya había sufrido ya lo suyo. Al padre, Oleg, lo enviaron al frente en 2022 como parte de la tripulación de un tanque. Resultó herido de gravedad. La recuperación fue muy lenta. Es posible que tras la rehabilitación creyera que la guerra se había olvidado de él, pero lo cierto es que regresó a buscarle. Cuando los socorristas hallaron a Danylo entre los cascotes, encontraron a su lado los cadáveres de Oleg y su esposa, Viktoria. El proyectil les sorprendió a todos dormidos.
La escuela de Danylo ha abierto una colecta para ayudar a su he
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