Las medidas tomadas por el presidente norteamericano desde que accedió al cargo han cambiado el mundo radicalmente -desde el comercio a la geopolítica- y abren una época de incertidumbres absolutas Las medidas tomadas por el presidente norteamericano desde que accedió al cargo han cambiado el mundo radicalmente -desde el comercio a la geopolítica- y abren una época de incertidumbres absolutas
Zigor Aldama | J. Gómez Peña | M. Pérez | O. Beltrán de Otálora
Domingo, 27 de abril 2025, 10:40
Nada ha escapado del terremoto generado por Donald Trump en sus primeros 100 días de gobierno en la que es su segunda estancia en la Casa Blanca. La economía, la educación, el bienestar social, las políticas medioambientales… todos los ámbitos se han visto alterados y puestos patas arriba de tal manera que nos situamos a las puertas de un incierto nuevo orden mundial. Si imaginásemos que las 00:00 de un reloj representan un completo cambio global que nos sumerge en la incertidumbre total -el caos, el apocalipsis- estas serían las medidas que la nueva administración estadounidense ha tomado para acercarnos a la medianoche.
13:00h
Aranceles
«Arancel es la palabra más bella». Donald Trump lo dijo claramente durante su campaña electoral y no ha tardado en confirmarlo tras su regreso a la Casa Blanca. Este gravamen a las importaciones es, para el presidente, la solución al déficit comercial que Estados Unidos tiene con la mayor parte del mundo. Una bala de plata que puede matar dos pájaros de un tiro: por un lado, impulsará que sus socios adquieran más productos estadounidenses para negociar su reducción; por otro lado, servirá para reindustrializar el país atrayendo la producción que se deslocalizó en su momento.
No obstante, los aranceles se han convertido también en una pieza clave de la política internacional de Trump. Y buen ejemplo de ello son los primeros que aprobó contra México y Canadá para obligar a sus gobiernos a actuar con más decisión en asuntos que nada tienen que ver con el comercio, como la inmigración ilegal o el tráfico de fentanilo, la droga que causa estragos en la superpotencia americana.
Trump, además, no hace distinciones. Ha establecido un impuesto universal del 10% y ha pausado durante 90 días otro personalizado que afecta tanto a sus aliados como a sus rivales, y que ha calculado con fórmulas que todos los analistas consideran maniqueas. De momento, ha logrado que algunos países pasen por el aro -Israel ha retirado todos los aranceles a Estados Unidos- y que otros se sienten a negociar, como los de la Unión Europea.
14:00h
China
La relación más tensa en el arranque del segundo mandato de Trump se está desarrollando con China. El gigante asiático, su mayor rival en la lucha por la hegemonía global, es el único que ha plantado cara ante la imposición de aranceles que alcanzan en su caso hasta el 245%. Pekín no solo ha respondido con la misma moneda -aunque no ha pasado del 125%-, sino que ha comenzado a echar mano de un variado arsenal que va desde la prohibición de exportar tierras raras, clave para la fabricación de tecnología, hasta sanciones contra algunas de las empresas americanas.
Trump, poco acostumbrado a que le planteen batalla, ha ido incrementando los aranceles a China, convencido de que llegará un momento en el que un «orgulloso» Xi Jinping le llame para negociar. Al otro lado del Pacífico, sin embargo, han tocado tambores de guerra al grito de «no nos rendiremos, lucharemos hasta el final», y ha sido suficiente para que Trump recule y avance una reducción del gravamen. Pero China sabe que debe acelerar su apuesta por la autonomía estratégica en un enfrentamiento que trascenderá lo económico y marcará el siglo XXI. Con Trump o sin él.
15:00h
Ucrania
Quizá la imagen que mejor refleja el giro que Estados Unidos ha dado de la mano de Trump sea la del presidente humillando a su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, en el Despacho Oval. En primer lugar, porque supuso una ruptura con el consenso occidental sobre el responsable del conflicto; pero también porque fue el triste episodio que dejó en evidencia el carácter transaccional de sus políticas y evidenció que no se puede confiar más en Washington, una lección que han aprendido también la Unión Europea o Taiwán.
Desde entonces, Kiev trata de encauzar su relación con Trump, que amenaza con desentenderse del tema si Zelenski no acepta ceder territorio a Rusia. Y este ya ha dejado claro que no tiene ninguna intención de hacerlo. Así que solo le queda la carta de sus importantes reservas de materias primas para ganarse al presidente estadounidense. Es una difícil coyuntura en la que Zelenski apuesta por estrechar lazos con Europa e incrementar su autosuficiencia militar. Un 40% del armamento que utiliza para defenderse de Rusia ya está fabricado en Ucrania, pero aún depende en un 30% de EE UU.
16:00h
Israel (Gaza)
La Casa Blanca se ha convertido en la más firme defensora de la política israelí sobre Gaza. Trump ha demostrado que uno de los ejes de su Gobierno es la ambivalencia. Tan pronto pone al primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, contra las cuerdas para que acepte un alto el fuego temporal como apoya la renovación de las operaciones militares en la Franja y la venta de munición a las Fuerzas de Defensa.
También este conflicto es arquetípico del desafío del presidente de EE UU a todo lo que se interponga delante. Sabe que su respaldo a Israel mina la idea de los dos Estados que defiende una gran parte de la comunidad internacional, incluida España; denota una triste tolerancia a los padecimientos de la población civil, sometida a bombardeos y una hambruna creciente por la suspensión de la ayuda humanitaria, e incluso le crea un potente frente interno frente a Harvard y otras universidades estadounidenses por las protestas estudiantiles prop-palestinas. Finalmente, la guerra de Gaza es demostrativa de los sueños dorados de Trump, que se imagina construyendo una lujosa ciudad en La Franja llamada la ‘Riviera de Oriente Medio’.
17:00h
Irán
Irán es la amenaza que siempre se cierne sobre Estados Unidos, y EE UU, el gran satán de la república islámica. Trump lo tiene presente en su agenda. Desde que llegó a la Casa Blanca impuso un programa de sanciones de «máxima presión» sobre Teherán e incluso ha advertido de que no dudará en usar la fuerza militar sobre el país, lo que rompería un cierre de seguridad que ha permanecido echado para evitar una desastrosa inestabilidad en Oriente Medio.
Washington tiene un miedo terrible a que Irán, con el que no tiene relación desde 1980, desarrolle la bomba atómica. Trump se ha aprovechado de la asfixiante crisis económica del país a cuenta de las sanciones y de que Israel ha desgastado en su guerra contra Hamás al régimen, minando sus milicias armadas afines y eliminado parte de de su infraestructura militar, como las defensas antiaéreas, para abrir nuevas conversaciones sobre el acuerdo nuclear. El líder republicano sacó a EE UU de este pacto en 2018 y ahora quiere una nueva versión, donde Teherán únicamente pueda enriquecer uranio a unos niveles bajísimos para uso civil. La negociación sigue en marcha.
18:00h
OTAN – Europa
Adiós, compañero. Este es más o menos el sentimiento que impera en la OTAN sobre el que ha sido su principal guardián desde su fundación en 1949. El inquilino de la Casa Blanca cree que Estados Unidos ha ocupado un papel central demasiado relevante en la Alianza Atlántica, con sus correspondientes gastos, mientras muchos de los aliados europeos han adoptado un papel más cómodo y, sobre todo, barato. Baraja alejarse de la organización y prestar ayuda solo a los gobiernos que paguen las cuotas, que su secretario de Estado, Marco Rubio, ha fijado ahora en un 5% del PIB. Trump quiere ahorrar además en costes del despliegue militar y retirar a gran parte de sus 100.000 soldados desplegados en el continente.
En parte, no deja de ser una advertencia a medias, porque las tropas estadounidenses en Europa también son un activo para el propio Pentágono ante escenarios como el mantenimiento de la paz en el Mediterráneo o la hipótesis de una confrontación con Rusia. Sin embargo, la actitud de Trump ha movilizado como nunca a la OTAN, que ha llamado a rebato a sus socios para aumentar las aportaciones y mostrarse más activos en la Alianza.
19:00h
Emigración
Los políticos suelen olvidar sus promesas cuando llegan al poder. Trump, no. Durante la campaña electoral anunció que EE UU iba a dejar de ser un territorio de acogida. Dijo que iba a cerrar las fronteras y a activar una deportación masiva de inmigrantes: entre 15 y 20 millones. El vicepresidente, J. D. Vance, fue más cauto y se fijó como objetivo inicial expulsar «a un millón y ver luego hasta dónde se puede llegar». En eso están, pese a la oposición de la justicia. En una reciente decisión, el Tribunal Supremo de Estados ha impedido a la Administración ordenar expulsiones basadas en una ley de 1798 para tiempos de guerra.
Trump acusa sin pruebas a los inmigrantes de pertenecer a bandas armadas, aunque, en realidad, la mayoría de ellos son mano de obra necesaria para la economía. Amigo y aliado del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, el magnate envió, entre otros, a un ciudadano salvadoreño –Kilmar Ábrego– a un mega cárcel del país centroamericano pese a que residía de forma legal con su familia en EE UU. Washington ha reconocido su error, pero ni así da marcha atrás. No ha solicitado su vuelta. De hecho, no deja de lanzar mensajes denigrantes contra la víctima de este atropello.
20:00h
Del aislacionismo al imperialismo
Cuando en enero Trump tomó posesión de su cargo, sorprendió al defender que Canadá debería convertirse en el Estado número 51 de Estados Unidos y que su país «necesita poseer Groenlandia por las buenas o las malas» y también «recuperar» el Canal de Panamá, controlado por China, según el nuevo presidente estadounidense. El republicano se ha impuesto como meta cambiar el mapa mundial para que EE UU vuelva a ser el eje sobre el que orbita el resto del planeta.
En Canadá, un territorio inmenso y lleno de riquezas, ha encontrado una férrea oposición. Los canadienses se sienten traicionados por su hasta ahora cordial vecino y se ha encendido entre ellos el nacionalismo. También Groenlandia ha reaccionado, como confirmó la reciente victoria electoral de un partido independentista. No quieren ser ni daneses, como ahora, ni estadounidenses, como pretende Trump. Pero sus apenas 57.000 habitantes viven sobre un tesoro que desea el magnate: una enorme isla repleta de minerales y tierras raras situada en una ruta comercial y estratégica clave.
Los nuevos regentes de Washington quieren poner freno así a la expansión de su gran rival, China. Ese objetivo está también en la reclamación del control del Canal de Panamá. Su presión ha tenido éxito: el Gobierno panameño no renovará el acuerdo que firmó con Pekín en 2017.
21:00h
Portazo a la ayuda internacional
‘América primero’. Es el lema de Donald Trump. Primero y único. Nadie más le interesa al presidente norteamericano. Al regresar a la Casa Blanca anunció su intención de desmantelar USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional. Ese cierre, ya notificado al Congreso, está previsto para el próximo 1 de julio. Con una simple firma, el líder republicano decapitó una organización que gestiona un presupuesto anual de casi 40.000 millones de euros y que representa más del 40% de la ayuda humanitaria mundial.
Miles de empleados públicos repartidos por el mundo se ven obligados a regresar a EE UU. Y la mayoría sin trabajo. Peor lo pasarán las personas a las que atendían, sobre todo en países acosados por crisis humanitarias como Sudán y Afganistán. Uno de cada cinco niños del mundo vive en alguna zona de conflicto. USAID, creada en 1961 y sostenida por todos los presidentes anteriores, les daba medicinas, comida y educación. Ahora aumentarán la mortalidad y la migración. Las enfermedades infecciosas tendrán campo abierto. Pero como dice Marco Rubio, secretario de Estado, «la ayuda exterior debe reorientarse para proteger nuestras fronteras». América es lo primero y lo único.
22:00h
El fin de lo ‘woke’
«Nuestro país ya no será woke». Esta es la advertencia que Donald Trump lanzó en su primer discurso en el Congreso de Estados Unidos y desde entonces se ha lanzado en busca de la victoria por aplastamiento contra la corriente ideológica que ha llevado lo políticamente correcto a niveles nunca vistos. Lo ‘woke’ -que se puede traducir como ‘despierto’- se había aplicado en políticas diversas que incluían la protección de los trans, la revisión de todo el pasado estadounidense con respecto a los indígenas y los negros o las políticas medioambientales.
Trump, en el mismo discurso ante el Congreso, ya afirmó que en Estados Unidos «solo hay dos sexos», lo que implicaba acabar con las directrices que admitían otros géneros. Ese fue el comienzo de su lucha en este terreno. El 28 de marzo aprobó la ley ejecutiva denominada «Restoring Truth and Sanity to American History» (Restaurar la verdad y la cordura en la historia de Estados Unidos). En esta norma se obligaba a eliminar lo que consideraba «políticas divisivas» en los principales museos -entre ellos el Smithsonian, toda una institución cultural-.
Sin embargo, su mayor batalla ha sido contra la Universidad de Harvard. El Ejecutivo Trump dictó una orden que, además de obligarles a perseguir el antisemitismo, imponía el fin de las políticas DEI (Diversidad, Igualdad y Equidad). Harvard rechazó el ultimátum y, en respuesta, el Gobierno retiró 2.000 millones de dólares de financiación para la institución.
23:00h
Asalto a la administración
Cuando el demócrata Joe Biden firmó miles de indultos preventivos antes de traspasar la presidencia a Donald Trump para evitar su persecución política, ya sabía lo que hacía. Su sucesor se ha dedicado tenazmente a segar la hierba bajo los pies de políticos que considera críticos a su discurso, además de investigadores del FBI, fiscales y otros cargos del Departamento de Justicia que le acusaron o lograron sentarle en el banquillo, como en el caso de los pagos a la actriz porno Stormy Daniels. Ya antes de su investidura, el fiscal especial Jack Smith, que llevó los casos más singulares como Trump, decidió dimitir.
Paradójicamente, el candidato que aseguraba que los demócratas tenían instrumentalizada la Administración ha colocado más tarde a colaboradores y amigos que le rinden culto al frente del FBI, el Departamento de Justicia y otras áreas de seguridad. Numerosos agentes han sido cesados o sentenciados al ostracismo. Ha indultado a los condenados por el asalto al Capitolio. Ha rescindido los contratos con bufetes de abogados que cree afines a los demócratas. Y, lo último, Trump ha rescindido las autorizaciones de seguridad a funcionarios, asesores y políticos de alto nivel que trabajaron para el anterior Gobierno, incluidos el propio Biden y la exvicepresidenta Kamala Harris. Ya no reciben información sensible ni pueden acudir sin vigilancia a determinadas instalaciones federales.
24:00h
Elon Musk
«Pueden llamarlo empleado, asesor, lo que quieran, pero para mí, Elon es un patriota». Trump se refirió con estas palabras a uno de los personajes más polémicos de sus primeros cien días de mandato: Elon Musk. El hombre más rico del mundo, dueño de Tesla, X y SpaceX, se puso al cargo de un departamento creado por él y bautizado como Doge (Departamento de Eficiencia Gubernamental, por sus siglas en inglés). En la práctica, el multimillonario lo que hizo fue aplicar la motosierra de su amigo, el presidente argentino Javier Milei, a la administración norteamericana.
Se estima que Musk y su equipo han despedido a alrededor de 100.000 funcionarios desde que Doge comenzó a funcionar. Además, los especialistas del magnate se han dedicado a analizar el gasto de agencias como USaid y aplicar recortes a la hasta ahora intocable ayuda norteamericana a países en desarrollo. Las medidas de Musk, su conversión en el escudero de Trump y sus provocaciones en redes han hecho que los Tesla hayan pasado de ser un coche aspiracional a ser un automóvil apestado. Incluso el presidente tuvo que organizar una campaña publicitaria con estos vehículos eléctricos en la Casa Blanca y anunciar que trataría como terrorismo los ataques a los Teslas.
Pero el ego de Musk es demasiado fuerte como para resignarse a ser un hombre más en la corte de Trump. El magnate llegó a decir de Peter Navarro, el arquitecto de la guerra de aranceles, que era «más tonto que un saco de ladrillos». Ha arremetido también contra otros miembros de la administración y ha llevado a cabo puestas en escena bochornosas como llevar a su hijo al despacho oval. Además, la colisión entre los intereses de Musk y sus negocios con su papel como miembro del Gobierno ha puesto en entredicho su papel en el Ejecutivo. Los rumores de que podría abandonar la Casa Blanca para regresar a sus empresas son cada vez más intensos.
En la redacción de este artículo han colaborado:
-
Textos:
Jesús Gómez Peña y Zigor Aldama. -
Gráficos:
Anartz Madariaga y Tanya Aguilera.
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