Llull catapulta al Madrid para sofocar a un Barça hecho jirones

Condicionado el Barça por la expulsión de Fall —tras dos técnicas en las que le sobrepasó la adrenalina— y por la falta de confianza del técnico en Hernangómez, por la falta de un pívot de referencia (con la lesión del nunca acabar de Vesely), el Madrid se hizo fuerte y, sobre todo, alto con Tavares, también fino estilista con Llull. Suficiente para llevarse un clásico en el que no faltó de nada, ni baloncesto ni emoción, tampoco picante. Pero este Madrid, lejos de la versión que exhibió al inicio del curso, vuelve a gobernar en el parquet y le tiene cogida la medida al eterno rival; ocho triunfos seguidos en los envites directos.

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 Condicionados por las lesiones y la expulsión de Fall, los azulgrana caen de nuevo ante los blancos por octava vez consecutiva  

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Condicionados por las lesiones y la expulsión de Fall, los azulgrana caen de nuevo ante los blancos por octava vez consecutiva

Lull (derecha) pasa la pelota frente a la oposición de Punter.
Jordi Quixano

Condicionado el Barça por la expulsión de Fall —tras dos técnicas en las que le sobrepasó la adrenalina— y por la falta de confianza del técnico en Hernangómez, por la falta de un pívot de referencia (con la lesión del nunca acabar de Vesely), el Madrid se hizo fuerte y, sobre todo, alto con Tavares, también fino estilista con Llull. Suficiente para llevarse un clásico en el que no faltó de nada, ni baloncesto ni emoción, tampoco picante. Pero este Madrid, lejos de la versión que exhibió al inicio del curso, vuelve a gobernar en el parquet y le tiene cogida la medida al eterno rival; ocho triunfos seguidos en los envites directos.

Sobrado como anda el Barça de problemas, reincidentes las lesiones de gravedad (Núñez, Laprovittola y Metu) y significativa la pañolada en su día por ser un equipo sin jerarquía, la fuga sin permiso de Sarr para exhibir músculo en el Nike Hoops Summits y pedir ticket para la liga universitaria americana (NCAA) fue de lo más indigesta. Una traición, un si te he visto no me acuerdo, un adiós porque difícilmente volverá a vestirse de azulgrana. Pero ni con esas se venció el Barça, orgulloso y con carácter, superado por los pelos por un Madrid que es el líder de la ACB tras 14 triunfos seguidos.

Aunque comenzó el Barça en combustión, con un mate de Satoransky y Fall ofreciendo brega a Tavares bajo los aros —suele salirle urticaria ante los cuerpeos—, Llull explicó que le sobran puntos, que dos triples suyos más otro de Campazzo valían para sofocar los ánimos. Pero Punter, que ofrece mejor respuesta a mayor reto, pidió el balón para devolver las estrecheces y algo más (24-20 tras el prólogo), por más que Peñarroya se viera obligado a dar carrete al juvenil Villar [exigencia de las rotaciones con solo nueve del primer equipo], que cumplió con creces.

Pidió su turno Parra, que al fin ha dado el estirón, gallardo él, pero el Madrid discutió el relato con Hezonja y Musa, acostumbrados a los flashes, con un baloncesto férreo en defensa y eléctrico en ataque. Verticalidad y amplitud de armario que se le atragantó al Barça (39-42). Si bien Parker lo discutió con un triple y Satoransky levantó al público con un mate, el Madrid recuperó la vieja fórmula del base-pívot, tiros exteriores de Llull y la ley en la pintura de Tavares, capaz de sacar de quicio a Fall, un rifirrafe contagioso entre Punter y Campazzo. Un clásico al completo, con guindilla y polémica —”¡así, así, así gana el Madrid!”, se escuchó con fuerza—, también intriga (61-68 antes del epílogo), por más que Fall fuera expulsado.

Sin un pívot al uso, con Parra o Parker como parches improvisados, Ibaka encontró su sitio en la cancha, un regodeo bajo el aro porque los rebotes eran suyos, porque bola a su zona era canasta o personal. No se amilanó el Barça, inmune al desaliento, ahora con un triple de Parra, dos bandejas de Punter, un chof a la media vuelta de Parker. Lo suficiente para unirse de nuevo a la fiesta. Pero el Madrid había encontrado las migas de pan de Hansel (y Gretel), ahora con el talludo Tavares, bien salpimentado por las penetraciones a canasta de Feliz. Y aunque el Barça trató de susurrar otro cuento, el de cómo sobrevivir un cuarto sin pívot y ante el rey de la pintura de la ACB y de Europa, Llull volvió a decir la suya desde el extrarradio para aupar al Madrid y, ahora sí, descascarillar a un equipo a jirones.

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Sobre la firma

Jordi Quixano

Redactor de Deportes en EL PAÍS desde 2003. Licenciado en la Universidad Ramon Llull. Ha cubierto una Eurocopa, un Mundial y varias Vueltas a España, además de llevar durante años la información del Barcelona, también del Atlético y ahora de polideportivo.

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