Está citado este martes con la nueva primera ministra, Takaichi, muy cercana ideológicamente y heredera de Shinzo Abe, gran amigo del magnate Está citado este martes con la nueva primera ministra, Takaichi, muy cercana ideológicamente y heredera de Shinzo Abe, gran amigo del magnate
La segunda parada de la gira asiática de Donald Trump le ha llevado a visitar este lunes uno de sus principales aliados globales: Japón. El … Air Force One ha tomado tierra en Tokio y, tras estrechar varias manos y chocar varios puños, ha subido de inmediato a un helicóptero con destino al Palacio Imperial, donde le aguardaba el emperador Naruhito.
El presidente estadounidense ha mantenido un encuentro con el jefe de Estado nipón como ya hiciera en mayo de 2019, cuando fue el primer mandatario internacional al que recibió tras su entronización. Una cita, por tanto, de máximos honores y a la vez políticamente insustancial. La conversación relevante tendrá lugar el martes, cuando Trump se reúna con la primera ministra, Sanae Takaichi.
La gobernante, investida la semana pasada, deberá lidiar con las consecuencias del acuerdo comercial firmado por su predecesor, Shigeru Ishiba. Durante las duras negociaciones, Japón obtuvo aranceles del 15% a sus importaciones a Estados Unidos, aunque el texto impone la inversión de 550.000 millones de dólares (472.000 millones de euros) en proyectos estadounidenses, financiados a su antojo por la Casa Blanca.
Ishiba se consolaba por comparación, asegurando que había extraído «la tasa más baja hasta la fecha entre los países con superávit comercial con EE UU» y una reducción de sobrecostes estadounidenses a la importación de automóviles y componentes del 25% al 15%, magro legado para un idealista fracasado que acabaría dimitiendo poco después.
Su lugar lo ocupa hoy Takaichi, quien en el pasado ha criticado el acuerdo, pero que aterriza en el cambiante mundo de Trump dispuesta a ganarse su favor. Para ello, la primera ministra podría ofrecer más compras de camiones, soja y gas estadounidense. Fortalecer la alianza es «su prioridad máxima», avanzó durante la primera conversación telefónica entre ambos, mantenida este sábado.
Takaichi, quien procede del ala más a la derecha del Partido Liberal Democrático (PLD) y ostenta una ideología de marcado carácter conservador y nacionalista, ya ha tenido tiempo de expresar su deseo de acelerar el rearme de las Fuerzas de Autodefensa, para lo que pretende elevar el gasto en defensa al 2% del PIB antes del término de este curso fiscal. «Japón debe tomar la iniciativa a la hora de fortalecer fundamentalmente sus capacidades defensivas», proclamó ante el Parlamento.
Palabras que suponen música para los oídos de Trump. Japón alberga el mayor número de tropas estadounidenses en el extranjero, y el presidente se ha quejado en pasadas ocasiones –como en tantos otros frentes– de que el país anfitrión no asume una parte adecuada de los gastos.
Amistades heredadas
«Takaichi tiene una posición muy fuerte, es un gran momento para recibir a Trump», apunta Ian Bremmer, fundador y presidente de la consultora Eurasia. «Es la líder de un país que importa, realmente le gusta Trump, quiere que Trump triunfe y desea ser una aliada fiable. Puede decirlo sobre inmigración, son muy similares. Puede decirlo sobre política fiscal. Puede decirlo sobre Israel. Puede nominarle al Nobel. Puede hacer muchas cosas».
Y, sin embargo, la mayor de sus bazas no es propia, sino heredada. Takaichi es la sucesora política del difunto estadista Shinzo Abe, el mandatario que mantenía con Trump una relación privilegiada hasta en los campos de golf. «Ella es descendiente directa del líder que más gustaba a Trump, que fue asesinado, igual que Trump casi fue asesinado. Ella debería usar eso», añade Bremmer. «Y, por supuesto, su traductor es el traductor de Abe, que también le caía muy bien a Trump. Es otro ejemplo de los recursos a su favor».
En ese sentido, Trump ya llega con la mejor de las disposiciones. «Estoy escuchando cosas fenomenales. Ella era una gran aliada y amiga de Shinzo Abe, que era mi amigo, uno de los mejores. Y sé que estaban muy cercanos, y creo que filosóficamente estaban muy cercanos, lo que es bueno. Va a ser muy bueno. Eso ayuda mucho a Japón y Estados Unidos», auguraba a bordo del avión presidencial antes de tomar tierra en Tokio.
Esclarecida fuera de toda duda la voluntad, el mayor de los obstáculos de Takaichi a la hora de complacer a Trump e implementar su ambiciosa agenda consiste en su debilidad parlamentaria, después de que su predecesor perdiera la mayoría en ambas cámaras en menos de un año. Ahora bien, no todos los cambios son a peor. Los budistas conservadores de Komeito abandonaron la coalición gubernamental tras 26 años, y ocuparon su lugar los populistas centroderechistas de Ishin no Kai –también conocidos como el Partido de la Innovación–.
Enemigo del enemigo
Mientras que Komeito solía frenar las aspiraciones militaristas de Abe y otros líderes del PLD, Ishin pasará a empujar en la misma dirección. La formación, de hecho, ha propuesto un acuerdo que otorgaría a Japón capacidad de decisiones sobre las armas nucleares estadounidenses desplegadas en suelo japonés.
Esta nueva alianza parlamentaria podría envalentonar a Takaichi, quien en el pasado ha visitado en reiteradas ocasiones Yasukuni, el polémico santuario que honra, entre todos los militares japoneses caídos en combate, a varios criminales de guerra. Su Gobierno amenaza con soliviantar a Corea del Sur y, por encima de todo, a China.
También su actitud respecto a Taiwán, pues el pasado mes de abril mantuvo un encuentro en Taipéi con el presidente del territorio, William Lai Ching-te, donde enfatizó la necesidad de colaborar en materia de defensa. Las suspicacias ya se hacen notar: China ha tardado casi una semana en emitir una felicitación por su nombramiento, un retraso inusitado. Takaichi pondrá a finales de esta semana rumbo a Gyeongju para asistir a la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), donde podría mantener un encuentro presencial con el líder chino, Xi Jinping.
La primera ministra ha iniciado su mandato con un excepcional índice de aprobación del 74%, según una encuesta difundida este lunes por Nikkei, uno de los más altos de la serie histórica y 37 puntos porcentuales por encima de donde Ishiba lo dejó el pasado mes de septiembre antes de dimitir. Los consultados han destacado, por orden, la «inflación», el «crecimiento económico» y las «pensiones» como las cuestiones más urgentes a tratar, evidencia de una sociedad agobiada ante el aumento del coste de vida tras décadas de deflación.
También en esa misión la presencia de Trump parece contribuir. El índice Nikkei 225 ha superado esta mañana por primera vez en la historia la frontera de los 50.000 puntos, una subida registrada después de que China y EE UU anunciaran ayer haber llegado a un acuerdo inicial previo a la reunión entre Trump y Xi. «Respeto mucho al presidente Xi y creo que vamos a llegar a un acuerdo», ha insistido este martes el estadounidense.
Este récord ha silenciado otras polémicas provocadas por la presencia del jefe de la Casa Blanca como la convocatoria de una manifestación anti-Trump en el céntrico núcleo de Shinjuku, o la detención el domingo de un individuo que portaba un cuchillo en las cercanías de la Embajada estadounidense.
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