El Valencia, que el lunes destituyó a Rubén Baraja, ha elegido a Carlos Corberán (Cheste, Valencia; 41 años) como su sustituto en el banquillo. Lo anunció en plena madrugada de Nochebuena, a la 1.42. El técnico, que tuvo un paso fugaz como jugador por la cantera de su nuevo equipo, viene de la Championship, la Segunda División inglesa, donde estaba haciéndose un nombre con el West Bromwich Albion tras casi un centenar de encuentros. Suficiente para que el Valencia apueste por Corberán, por más que no tenga experiencia en España, toda vez que ha pagado cerca de tres millones de euros por su cláusula de rescisión. Un gasto que se suma a los cerca de seis millones que va a tener que abonarle a Baraja por su despido y que rompe la política de austeridad marcada por Peter Lim, propietario del club, desde 2021. Un giro, también, que trata de revertir la mala dinámica del equipo, atornillado en el lodo de Primera, ahora penúltimo de la tabla y con cuatro puntos de desventaja con el equipo frontera (Getafe).
El club, que lo anuncia a la 1.42 de la madrugada de Nochebuena, paga la cláusula de tres millones para fichar al técnico del West Bromwich, con nombre en la Segunda inglesa y sin experiencia en España
El Valencia, que el lunes destituyó a Rubén Baraja, ha elegido a Carlos Corberán (Cheste, Valencia; 41 años) como su sustituto en el banquillo. El técnico, que tuvo un paso fugaz como jugador por la cantera de su nuevo equipo, viene de la Championship, la Segunda División inglesa, donde estaba haciéndose un nombre con el West Bromwich Albion tras casi un centenar de encuentros. Suficiente para que el Valencia apueste por Corberán, por más que no tenga experiencia en España, toda vez que ha pagado cerca de tres millones de euros por su cláusula de rescisión. Un gasto que se suma a los cerca de seis millones que va a tener que abonarle a Baraja por su despido y que rompe la política de austeridad marcada por Peter Lim, propietario del club, desde 2021. Un giro, también, que trata de revertir la mala dinámica del equipo, atornillado en el lodo de Primera, ahora penúltimo de la tabla y con cuatro puntos de desventaja con el equipo frontera (Getafe).
Corberán, prácticamente un desconocido en España después de una breve carrera en el extranjero, dio sus primeros pasos como entrenador durante seis años en las categorías inferiores del Villarreal, donde llegó a trabajar como preparador físico de Juan Carlos Garrido. En 2012, emigró a Arabia Saudí y ya no volvió a trabajar en España. Chipre, Grecia y, sobre todo, Inglaterra fueron sus siguientes destinos. El Leeds lo eligió para dirigir al filial en 2017 y un año después Marcelo Bielsa le hizo hueco en el banquillo de Elland Road. El argentino, hoy seleccionador de Uruguay, es una de las fuentes de las que bebe Corberán. De él heredó la pasión por el murderball, un ejercicio agotador con el que le gusta exprimir a sus jugadores en los entrenamientos. Su otra fuente de inspiración es un técnico bien diferente: Marcelino.
En Inglaterra aprendió a defenderse con un bajo presupuesto, algo que le será útil después de firmar hasta 2027 por uno de los tres clubes de Primera que menos ha invertido en fichajes en esta temporada. Corberán cogió en 2020 al modesto Huddersfield Town y casi lo asciende; perdió la final del playoff en Wembley frente al Nottingham Forest. Su prestigio iba en aumento y se ganó el respeto de técnicos de la talla de Jürgen Klopp. Su nuevo estatus le permitió fichar por el Olympiacos, pero apenas duró un par de meses en El Pireo. Así que regresó a la Segunda División inglesa y elevó al West Browm hasta el séptimo puesto.
Carlos Corberán se ha convertido con los años en un perfeccionista que vive obsesionado con los hábitos de los futbolistas. “Para mí, el fútbol es una cuestión de hábitos”, confesó en una entrevista con The Guardian. Ahora vuelve al club donde jugó de portero cuando era un niño de 12 años. Un chaval que iba a los entrenamientos de la mano de su abuelo, que le contaba historias de la guerra, porque su padre, que trabajaba en el Banco de Valencia, no tenía tiempo. El sustituto de Baraja, que ya no contará con la consideración de una afición que adora a su leyenda, se traerá a su cuerpo técnico para seguir con un método de trabajo en el que no escatima esfuerzos. Corberán asegura que no le gusta irse a casa con trabajo por hacer y eso provoca que pase largas jornadas en la ciudad deportiva.
Ahora, llega a un club que ha demostrado que está dispuesto a hacer una concesión a su política de austeridad. Lo necesitaba para concretar el cambio en el banquillo. Corberán, en cualquier caso, confía en que lleguen refuerzos en el mercado de invierno. No serán más de dos o tres y la ayuda puede llegar también con el traspaso de alguno de los futbolistas que no han triunfado en Mestalla para que aporten algo de liquidez a una entidad que ha tenido que pedir un préstamo por 186 millones de euros a Goldman Sachs.
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