El nombramiento de Valls enturbia las relaciones entre Bayrou y la izquierda francesa

El Partido Socialista denuncia un Gobierno de «muertos vivientes» tras el regreso a la primera línea del político francoespañol que dejó muy mal recuerdo en la formación en que militó durante 37 años El Partido Socialista denuncia un Gobierno de «muertos vivientes» tras el regreso a la primera línea del político francoespañol que dejó muy mal recuerdo en la formación en que militó durante 37 años  

El nombramiento de Valls enturbia las relaciones entre Bayrou y la izquierda francesa

El Partido Socialista denuncia un Gobierno de «muertos vivientes» tras el regreso a la primera línea del político francoespañol que dejó muy mal recuerdo en la formación en que militó durante 37 años

Enric Bonet

París

Miércoles, 25 de diciembre 2024

| Actualizado 26/12/2024 16:21h.

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La incorporación al Gobierno francés de Manuel Valls ha enturbiado las relaciones entre la oposición de izquierdas y el primer ministro, François Bayrou. A pesar de que el político francoespañol militó durante 37 años en el Partido Socialista y ejerció como primer ministro durante la presidencia de François Hollande (2012-17), se trata de una personalidad que genera urticaria en las filas de las formaciones progresistas, inclusive la socialista. No le perdonan sus traiciones y vaivenes entre Francia y España, donde encabezó la lista de Ciudadanos en Barcelona en las municipales de 2019. También les molesta su derechización en los últimos años, en que criticó con dureza la frágil alianza entre los socialdemócratas y la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos).

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«Valls representa el fracaso y la traición», denunció el diputado socialista Arthur Delaporte en una entrevista radiofónica del martes, el día después de que anunciaran los ministros del primer Gobierno del binomio Bayrou y el presidente, Emmanuel Macron. «Esperábamos la noche de Navidad y tuvimos la de los muertos vivientes. ¡Es Halloween!», dijo el secretario general del PS, Olivier Faure, en otra intervención para la emisora de radio RMC. «No han respetado ninguna de las condiciones del pacto de no censura propuesto por la izquierda a Bayrou», añadió. Entre esas «condiciones», mencionó la negativa a utilizar el polémico decreto del 49.3, «un cambio en la orientación» de las políticas y «dejar de depender de la extrema derecha».

Tras la moción de censura del 4 de diciembre contra el conservador Michel Barnier –la primera que culmina con la destitución de un primer ministro desde 1962–, el PS se desmarcó de sus aliados (insumisos, verdes y comunistas) del Frente Popular. Abrió, de hecho, la puerta a un acuerdo de no agresión con el veterano dirigente centrista. Sin embargo, las reuniones de la semana pasada con Bayrou no aportaron ningún avance. Y el nombramiento de Valls como ministro de Ultramar, junto con los de otros dirigentes (Gérald Darmanin, Bruno Retailleau…) que no gustan en las filas de la izquierda, alejó aún más las respectivas posiciones.

«Moción de censura»

«Si no hay ningún cambio de dirección, apostaremos por la censura», advirtió Faure. Bayrou, que pronunciará su discurso de política general el 14 de enero, ya explicó esta semana que no se someterá al voto de investidura. A diferencia de España, en el caso de Francia no es obligatorio. No obstante, el grupo de los insumisos anunció que presentará una nueva moción de censura contra el líder del MoDem, uno de los tres partidos que componen la alianza macronista.

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Si las otras formaciones del Frente Popular –el primer bloque en número de diputados en una muy fragmentada Asamblea Nacional– apoyan ese texto, eso abocará al primer ministro a una situación igual de inestable que su antecesor. De hecho, dependerá de los humores de la imprevisible extrema derecha de Marine Le Pen. «Con la designación de Valls como ministro de Ultramar o de François Rebsamen como ministro de Territorios, (Bayrou) difícilmente logrará convencer de la presencia de la izquierda en su Gobierno. Estas personalidades tomaron hace tiempo sus distancias respecto al PS», advierte el diario ‘Le Monde’ en un reciente editorial.

La trayectoria en los últimos ocho años del exprimer ministro lo ha alejado respecto a los que fueron sus compañeros de partido. Tras abandonar su cargo al frente del Ejecutivo en diciembre de 2016, Valls se presentó en las primarias de los socialistas para ser el candidato en las presidenciales del año siguiente. Pero perdió ante el radical Benoît Hamon. En lugar de apoyar al vencedor, como se había comprometido por escrito, el político con raíces catalanas respaldó a Macron, que vencería en esa carrera hacia el Elíseo.

Debido a sus tensas relaciones entonces con el nuevo presidente –el gabinete del dirigente centrista sospechaba que los chismorreos sobre su presunta homosexualidad procedían del entorno de Valls–, el ex primer ministro quedó relegado a un rol muy secundario en el grupo parlamentario macronista. Eso contribuyó a que emprendiera su aventura política en España, que generó estupefacción en Francia.

Apenas dos años después de su elección como concejal en Barcelona, abandonó la ciudad condal y regresó a su país en 2021. Desde entonces, intentó de manera fallida su regreso a la política gala a través de las urnas. En las elecciones legislativas de 2022 quedó eliminado desde la primera vuelta en la circunscripción de los franceses que viven en España, y eso que contaba con el apoyo de la coalición macronista. Antes de su regreso al Gobierno, su última tarea consistió en ejercer de consejero de la monarquía árabe de Baréin. Por un trabajo de apenas tres días a finales de julio, ganó hasta 30.000 euros, según el diario de investigación Mediapart.

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