La entrada en vigor de los aranceles y las amenazas de que la factura siga aumentando, con nuevos gravámenes a sectores como el farmacéutico o el de los semiconductores, no ha intimidado a los inversores. Desde el pasado 2 de abril, cuando el presidente de EE UU, Donald Trump, anunció los mayores aranceles desde la Gran Depresión, los mercados han asistido a una sucesión de amenazas comerciales que, en la mayoría de los casos, se han moderado o pospuesto al cabo de pocas horas o días. La tregua comercial y la expectativa de que la Casa Blanca recapacite para evitar una recesión han bastado para mantener el apetito por la renta variable.
El índice español lidera las subidas en Europa con un avance del 26,7% en el año, impulsado por la banca, las energéticas y valores como Indra e IAG
La entrada en vigor de los aranceles y las amenazas de que la factura siga aumentando, con nuevos gravámenes a sectores como el farmacéutico o el de los semiconductores, no ha intimidado a los inversores. Desde el pasado 2 de abril, cuando el presidente de EE UU, Donald Trump, anunció los mayores aranceles desde la Gran Depresión, los mercados han asistido a una sucesión de amenazas comerciales que, en la mayoría de los casos, se han moderado o pospuesto al cabo de pocas horas o días. La tregua comercial y la expectativa de que la Casa Blanca recapacite para evitar una recesión han bastado para mantener el apetito por la renta variable.
Superado el desconcierto inicial, muchos inversores han interpretado las correcciones bursátiles como una oportunidad para volver a entrar a precios más atractivos. La recuperación más contundente se ha producido en Wall Street, donde el S&P 500 y el Nasdaq encadenan récords semana tras semana. Pero también Europa empieza a desperezarse. En particular, el Ibex 35 ha conseguido sacudirse su papel de patito feo del continente: con una revalorización del 26,7% en lo que va de año, el índice español ha pasado en apenas cuatro meses de pelear por conservar los 11.700 puntos a superar los 14.600, máximos no vistos desde enero de 2008.

En un entorno con más dudas que certezas, muchos inversores se preguntan si la Bolsa ha agotado ya su potencial alcista. Los expertos llaman a la prudencia. “Históricamente, agosto es un mes caracterizado por menor liquidez y mayor volatilidad, lo que incrementa el riesgo de corrección”, recuerda Antonio Castelo, analista de iBroker. Aunque no se descarta —e incluso se considera saludable— una pausa, los analistas de Activotrade sitúan los 15.000 puntos como la primera resistencia técnica. “El Ibex atraviesa un momento especialmente positivo. Se ha visto impulsado por el buen comportamiento del sector bancario, la fortaleza de las energéticas y el empuje de compañías como IAG e Indra, que han sabido aprovechar el rally”, apuntan.
Si el índice logra superar esa cota, registrada por última vez el 2 de enero de 2008, los analistas de Renta 4 fijan su precio objetivo en 15.375 puntos, ligeramente por debajo de los 15.396 que establece el consenso de Bloomberg. Aunque eso supondría una subida adicional del 5% desde los niveles actuales, el Ibex seguiría sin alcanzar los 15.945 puntos registrados en noviembre de 2007, justo antes del estallido de la crisis financiera. La Bolsa española, junto a la italiana, es la única entre las grandes del continente que aún no ha recuperado sus máximos históricos. La alemana lo hizo a principios de julio; incluso la francesa, que en el último año ha tenido que lidiar con crisis políticas y el castigo a las firmas del lujo, alcanzó su último récord en mayo de 2024. No obstante, si se incluyeran los dividendos tal y como hace el Dax alemán, el índice español cotizaría en máximos históricos en la actualidad.
Pero antes de seguir derribando resistencias, los analistas creen que los inversores enfrentan desafíos importantes. Además de la estacionalidad, desde Renta 4 advierten de los continuos cambios de criterio en materia comercial. “Si bien la desescalada arancelaria ha impulsado las Bolsas, que han pasado de un pesimismo excesivo a una zona de complacencia, no hay que perder de vista que la credibilidad sobre la implementación de los acuerdos puede ser un freno a la tranquilidad”, alertan. Más importante que cerrar pactos, subrayan, es que estos sean creíbles. Si algo define a la Administración Trump es su volatilidad: lo que hoy es válido, mañana puede dejar de serlo. Precisamente lo que más inquieta a los inversores son los cambios en las reglas del juego.
Para Manuel Pinto, analista de XTB, la principal amenaza para la renta variable europea es la debilidad de los resultados empresariales y el exceso de optimismo en torno al plan de estímulo alemán. Según Bank of America, el tirón de las grandes tecnológicas ha permitido al S&P 500 registrar un crecimiento medio del beneficio por acción del 9%, el mejor dato desde 2021. En Europa, el panorama es más tibio: el beneficio por acción del segundo trimestre se sitúa en el 0%, y si se excluye al sector financiero, se habría contraído un 8%.
Precisamente ha sido la fortaleza de la banca, con un peso superior al 35% en el Ibex, la que ha explicado buena parte del rally de los dos últimos años. Las entidades españolas han presentado sólidos resultados en el primer semestre, con mejoras de rentabilidad y eficiencia. Sin embargo, Castelo advierte de que el sector encara nuevos retos: mayor competencia en el crédito a pymes y hogares, posible repunte del coste del riesgo ante el deterioro de la calidad crediticia en algunos sectores, y un entorno económico incierto que podría afectar al consumo. “La mayoría de las entidades ya cotizan con valoraciones ajustadas tras varios ejercicios excepcionales. Esto supone un reto para convencer al mercado de que aún hay margen para más subidas”, advierten desde Activotrade.
Para que el Ibex mantenga el impulso, los expertos creen que será clave que otros sectores más rezagados tomen el relevo. Pinto señala a las energéticas, el otro gran pilar del índice. “A nivel sectorial, las utilities siguen siendo nuestra apuesta predilecta”, afirma. Entre los catalizadores, destaca la menor exposición al comercio internacional, la fortaleza del euro —que abarata las importaciones de gas y petróleo—, y la atractiva rentabilidad por dividendo, especialmente relevante en un entorno de tipos más bajos. El auge de la inteligencia artificial, con su creciente demanda de capacidad de procesamiento y energía, se ha convertido en un nuevo catalizador para el sector eléctrico.
Con la vista puesta en el exterior, la política comercial no es la única fuente de preocupación. El enfriamiento de la economía estadounidense se perfila como el principal riesgo global. Algunas firmas, como Morgan Stanley o Deutsche Bank, ya advierten de una posible corrección de entre el 10% y el 15%. Con unas valoraciones en máximos, cualquier tropiezo en el crecimiento podría acelerar la toma de beneficios. “Cuando hay turbulencias en Wall Street, sus efectos suelen trasladarse rápidamente a Europa”, recuerda Castelo. En otras palabras, el Ibex ha despertado, pero el mundo sigue temblando.
El Ibex 35 ha demostrado que puede dejar atrás su letargo y recuperar el pulso del mercado. Pero si aspira a conquistar nuevos máximos, necesitará algo más que el tirón del sector financiero. Con las dudas sobre la economía estadounidense en aumento y la política comercial aún en el aire, los próximos meses pondrán a prueba la solidez de este rebote.
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