El Banco Sabadell arroja sobre el Gobierno la presión por la opa y alerta de que trasciende a Cataluña

Salvador Illa con Pedro Sánchez durante un acto en Barcelona.

Durante la reciente edición del Torneo Godó de tenis que se celebró en Barcelona, los directivos del Banco Sabadell, principal patrocinador del evento, se hartaron de despejar pelotas cuando los invitados vip que merodeaban por el village y por el restaurante del club inquirían sobre la evolución de la opa hostil que intenta el BBVA. El discurso oficial del banco catalán se ha atornillado en la idea de que la operación carece de sentido y de interés comercial, incluso para los propios accionistas del BBVA. La pareja que forman Josep Oliu, presidente del Sabadell, y César González-Bueno, consejero delegado, ha decidido que hay que pelear cada bola, cada punto, para evitar conceder ninguna ventaja a la entidad vasca. Incluso, presionando al Gobierno para que se esmere en sus funciones de árbitro y recordando a Pedro Sánchez todo lo que se juega en Cataluña y qué efecto supondría, en el relato de la “normalización” postprocés y con un presidente socialista al frente de la Generalitat, ver desaparecer al Sabadell.

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 La entidad catalana trata de desvincular la operación de cualquier rasgo partidista o territorial y defiende que es un asunto transversal de interés público  

Durante la reciente edición del Torneo Godó de tenis que se celebró en Barcelona, los directivos del Banco Sabadell, principal patrocinador del evento, se hartaron de despejar pelotas cuando los invitados vip que merodeaban por el village y por el restaurante del club inquirían sobre la evolución de la opa hostil que intenta el BBVA. El discurso oficial del banco catalán se ha atornillado en la idea de que la operación carece de sentido y de interés comercial, incluso para los propios accionistas del BBVA. La pareja que forman Josep Oliu, presidente del Sabadell, y César González-Bueno, consejero delegado, ha decidido que hay que pelear cada bola, cada punto, para evitar conceder ninguna ventaja a la entidad vasca. Incluso, presionando al Gobierno para que se esmere en sus funciones de árbitro y recordando a Pedro Sánchez todo lo que se juega en Cataluña y qué efecto supondría, en el relato de la “normalización” postprocés y con un presidente socialista al frente de la Generalitat, ver desaparecer al Sabadell.

La opa se ha convertido en un culebrón tan largo que deja capítulos inesperados. Esta semana, tras la decisión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) de dar el visto bueno al BBVA para que siga adelante con la operación, que crearía el segundo mayor banco de España, fue la ministra Yolanda Díaz la primera en salir en defensa del Banco Sabadell, apelando al impacto que va a tener para los trabajadores, 5.000 despidos posibles, a la vez que tildaba de “error mayúsculo” hacer este movimiento en contra de todo el tejido económico, social, cultural, sindical catalán. El presidente Sánchez, de momento, solo ha hecho alusión a que el reequilibrio territorial es un elemento importante y ha destacado que a la hora de abordar este proceso de fusión se debería tener en cuenta “la cohesión social y la cohesión territorial”.

El president de la Generalitat, Salvador Illa, mantiene que la necesidad es “actuar con coherencia, defendiendo por encima de todo los intereses de Cataluña”. Ahora bien, en el Govern se da por descontado que cualquier manifestación tiene que ir de la mano con el posicionamiento que adopte el Gobierno de Pedro Sánchez. Toda presión es ahora para el equipo del presidente. El Ministerio de Economía tiene 15 días hábiles para decidir si modifica o no los requisitos ya impuestos por la CNMC y, luego, deberá elevar una propuesta al Consejo de Ministros para ampliarlos o reducirlos. En el margen de un mes tendrá que llegar el pronunciamiento final.

Cataluña es un punto de apoyo en la tambaleante estabilidad que tiene el Gobierno de Pedro Sánchez y la Generalitat es una batería para vitaminar al PSOE en un momento en que, más allá de La Moncloa, solo controla Asturias, Castilla-La Mancha y Navarra. El presidente se ha arremangado en Cataluña e Illa, que fue su ministro de Sanidad durante la pandemia, juega un papel protagonista en el relato para reforzar el papel de partido que gobierna desde la responsabilidad. Es de sobra conocida la buena relación entre ambos e incluso el nombre de Illa surge, de momento entre susurros, cuando se hacen quinielas sobre quién podría tener opciones de relevar a Sánchez, si llegara el momento. Además, la aprobación de la ley de amnistía, exigida por los partidos independentistas y con un consenso amplio en Cataluña, supuso una apuesta de riesgo para los socialistas. Mostrar ahora frialdad con un asunto catalán, y el futuro del Banco Sabadell lo es, podría comprometer las complicidades ganadas.

El presidente tiene previsto visitar Barcelona este lunes, para la inauguración de las jornadas del Cercle d’Economia. Su anfitrión, Jaume Guardiola, presidente del Cercle y antiguo consejero delegado del Sabadell, ya ha manifestado su oposición a la opa bancaria porque “puede conllevar problemas de acceso al crédito” y considera que no se entendería que el Ejecutivo se ponga de perfil: “El Gobierno de España ha mostrado en reiteradas ocasiones su rechazo a la operación”, manifestó el viernes en TV3.

Caso que Sánchez pudiera llegar a esquivar el tener que abordar en público el asunto de la opa, su ministro de Economía, Carlos Cuerpo, consta en la agenda del Cercle, el martes. Ese mismo día también estará en ese foro Alberto Núñez Feijóo. El portavoz del PP en el Parlament de Cataluña, Juan Fernández, ha declarado que la ofensiva del BBVA sobre el banco vallesano es “un error”.

La jefatura del Sabadell expone que sería una mala noticia convertirse en un asunto de la pelea política y acelera los intentos por presentar la opa como algo que concierne a todos los partidos y trasciende a Cataluña. El banco que preside Oliu se ha esforzado en desvincular sus decisiones del contexto político, lo mismo cuando hizo las maletas para escapar de la zozobra del procés independentista que a la hora de tomar el billete de vuelta, el pasado mes de enero.

El Sabadell trasladó su sede banco a Alicante en 2017 pero nunca ha dejado de ser un banco profeta en su tierra. Además, también tiene un peso considerable en Valencia y Murcia, herencia de haberse quedado con la CAM en 2012, y en Asturias y León, gracias a la absorción del Banco Herrero en 2001. De igual modo, conserva posiciones de peso en Galicia, favorecido por la operación de fusión del Banco Gallego en 2013.

Cuando marchó de Cataluña en 2017, en la Generalitat mandaba Carles Puigdemont y el conseller de Economía era Oriol Junqueras. Ninguno de los dos digirió bien la escapada del banco. En el entorno de Puigdemont se pone de relieve que, pese a aquel disgusto, el expresident toma como un asunto prioritario conservar la integridad del Sabadell frente a la ofensiva vasca. En su reunión del miércoles, el pleno de la CNMC pactó aprobar por unanimidad la opa hostil del BBVA. En el pleno está Pere Soler, consejero propuesto por Junts. Dentro del partido causó estupefacción que alguien designado por la formación pudiera validar la opa, y en los grupos de mensajería interna volaron los mensajes pidiendo explicaciones. La postura oficial del partido ha sido defender que las demandas de Soler fueron determinantes para que en la resolución final de Competencia hubiera requisitos más exigentes para el BBVA.

En este asunto, el partido de Puigdemont vuelve a salir en la foto. Sus siete escaños son fundamentales para asegurarle la mayoría a Sánchez en el Congreso. Cuando se pregunta en Junts si es factible exigir al Gobierno la defensa del Sabadell y fijar el tema como condición para dar estabilidad al Ejecutivo frente al empuje de PP y Vox, la respuesta es esquiva. Pero, hay algunas pistas. Jordi Turull, secretario general de Junts, se manifestó al respecto este viernes: “Le pedimos al Gobierno que no autorice la opa”, dijo, y consideró que el Ejecutivo tiene en su mano “mecanismos” para bloquearla.

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