Pasó con la pandemia, pasó con la dana y nadie que siga la política española podía esperar que fuese a pasar otra cosa con el gran apagón. No hay acontecimiento de cierta magnitud que no sirva de combustible para seguir retorciendo el bucle del choque infinito. El PP no ha esperado ni un día para cargar contra el Gobierno y exigir que explique ya las causas de la caída masiva del suministro eléctrico, un asunto cuya aclaración algunos expertos apuntan que podría demorarse semanas. Los socialistas tampoco tardaron en ensayar el contraataque habitual para acusar a los populares de pretender “sacar partido” de la crisis. Los aliados parlamentarios del Gobierno exigen ya explicaciones en las Cortes, aunque sin críticas por ahora.
El PP no espera ni un día para cargar contra el Gobierno, mientras los aliados parlamentarios piden explicaciones
Pasó con la pandemia, pasó con la dana y nadie que siga la política española podía esperar que fuese a pasar otra cosa con el gran apagón. No hay acontecimiento de cierta magnitud que no sirva de combustible para seguir retorciendo el bucle del choque infinito. El PP no ha esperado ni un día para cargar contra el Gobierno y exigir que explique ya las causas de la caída masiva del suministro eléctrico, un asunto cuya aclaración algunos expertos apuntan que podría demorarse semanas. Los socialistas tampoco tardaron en ensayar el contraataque habitual para acusar a los populares de pretender “sacar partido” de la crisis. Los aliados parlamentarios del Gobierno exigen ya explicaciones en las Cortes, aunque sin críticas por ahora.
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo hablaron por fin este martes, tras un episodio de teléfonos escacharrados el lunes, cuando, al parecer, los problemas en las comunicaciones frustraron la conversación. Aunque el PP calificó la charla de “cordial”, los antecedentes invitan a pensar que este contacto telefónico no evitará que el apagón, como todos los desastres varios que ha afrontado este Gobierno, escriba un capítulo más de la incesante tangana política.
Las críticas del PP y del propio Feijóo ya brotaron el mismo lunes para denunciar el “apagón informativo” del Gobierno. A primera hora del martes, el líder popular tenía cita en dos de los púlpitos comunicativos más estridentemente críticos con el Gobierno, el de Federico Jiménez Losantos en la radio y el de Ana Rosa Quintana en la televisión. Feijóo volvió a denunciar falta de información y habló de un Gobierno “desbordado” y de una política energética “ideológica” por arrinconar la energía nuclear.
Los populares no tuvieron problema en construir este discurso desde Valencia, donde se celebra el congreso del PP europeo y donde el partido de Feijóo encabeza un Gobierno autonómico vapuleado en los juzgados, en la calle y en los foros políticos por su pasividad ante el desastre de la dana. Allí mismo, un valenciano, el vicesecretario del partido Esteban González Pons, sentenciaba ante los líderes europeos que “España tiene un Estado, no un Gobierno”.
Al coro de los reproches no podía faltar la presidenta madrileña, quien el lunes se había apresurado a traspasar al Ejecutivo central la papeleta de gestionar la emergencia. Isabel Díaz Ayuso también completó este martes el peregrinaje ante Losantos y Quintana, a quienes obsequió con la proclama de que lo ocurrido es producto de “la ideología y el sectarismo” de la izquierda. Para meterle aún más mordiente, el siempre afanoso portavoz popular en el Congreso, Miguel Tellado, se multiplicó igualmente en entrevistas en los medios, aparte de su hiperactividad en las redes, donde amaneció con el siguiente mensaje dedicado a Sánchez: “El señor feudal nos devolvió a la Edad Media”. Los socialistas se limitaron a replicar a todo esto con un comunicado en el que, por un lado, sostenían que la actitud de los populares incurre en “una indignidad pocas veces vista” y, por otro, calificaban esa actitud de “habitual”.
En la parte extrema del flanco derecho, Vox cultivó lo que suele en cada crisis: alimentar sospechas conspirativas. Su portavoz parlamentaria, Pepa Millán, aseguró, sin necesidad de ofrecer ningún tipo de prueba, que el Gobierno conoce perfectamente la causa de lo sucedido y lo está ocultando. Su líder, Santiago Abascal, había salido antes exigiendo la dimisión de Sánchez, ya convertida en una letanía ritual en cada intervención suya.
El Gobierno va a tener que dar amplias explicaciones en el Congreso y no solo porque se lo pida la derecha. Sus aliados parlamentarios tampoco se demoraron en exigirlo. A primera hora del martes, ERC y BNG registraron las solicitudes de comparecencia en el Congreso del presidente, de la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica y de los titulares de Transportes e Interior. Lo hicieron con textos asépticos y sin formular reproches a la actuación gubernamental. Algo más crítico fue Junts, que presentó más tarde otra petición de comparecencias, empezando por la de Sánchez, en un escrito en el que sí deja caer que el Gobierno tardó cinco horas en dar su primera información. Por ese mismo motivo de la demora en comparecer, Junts y ERC han censurado con dureza al Ejecutivo catalán del socialista Salvador Illa.
En contra de lo que venía siendo su moneda corriente, Podemos se ahorró esta vez los ataques al Gobierno y se limitó a subrayar que el episodio ha vuelto a poner de relieve la importancia de los servicios públicos. IU, tras sus choques con Sánchez por el gasto en defensa, se centró en atacar a la derecha que, en palabras de su líder, Antonio Maíllo, “ante cualquier dificultad, busca sembrar odio y dividir”.
Sánchez ya tenía previsto comparecer en el Congreso el próximo miércoles 7 con la complicada misión de defender el rearme ante una Cámara hostil. Ahora, el guion se le ha enrevesado un poco más.
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