Doce tendencias tecnológicas para 2025, el comienzo de la era de la convergencia

Comienza una nueva era. Los desarrollos tecnológicos más prometedores, como las redes neuronales y la posterior inteligencia artificial (IA) generativa, la computación cuántica, los superordenadores, la robótica o la digitalización del mundo físico, se habían mantenido hasta ahora en parcelas más o menos estancas donde seguían sus propias hojas de ruta. Pero ha llegado el momento de la unión de estos avances en ecosistemas amplios. “En los próximos cinco años vamos a ver la convergencia de todas las tecnologías en escalada”, advierte Stephen Ibaraki, fundador de AI For Good. La IA deja de ser protagonista singular para ser una actriz de reparto de la nueva película.

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 Los avances singulares se integran en desarrollos complejos que supondrán en los próximos años la redefinición del mundo digital que conocemos  

Tendencias de tecnología para 2025
Un robot gestionado por tecnología cuántica da la mano al director de la Sociedad de Tecnología e Innovación de la Diputación Foral de Bizkaia, Valentín García Souto, durante un acto el pasado septiembre.LUIS TEJIDO (EFE)

Comienza una nueva era. Los desarrollos tecnológicos más prometedores, como las redes neuronales y la posterior inteligencia artificial (IA) generativa, la computación cuántica, los superordenadores, la robótica o la digitalización del mundo físico, se habían mantenido hasta ahora en parcelas más o menos estancas donde seguían sus propias hojas de ruta. Pero ha llegado el momento de la unión de estos avances en ecosistemas amplios. “En los próximos cinco años vamos a ver la convergencia de todas las tecnologías en escalada”, advierte Stephen Ibaraki, fundador de AI For Good. La IA deja de ser protagonista singular para ser una actriz de reparto de la nueva película.

Rev Lebaredian, vicepresidente de Omniverso y Tecnología de Simulación en el gigante informático Nvidia, cree que una de las metas de esta convergencia serán los robots humanoides, a los que considera “el próximo gran salto de la humanidad” gracias a la inteligencia artificial (IA) basada en grandes modelos de lenguaje, que aporta el cerebro que le faltaba a la máquina. Roberto Romero, tecnólogo creativo del equipo Accenture Song tras pasar por empresas como Oculus, Sony y HTC, cree que la manifestación de esta unión de tecnologías será el metaverso, “el futuro internet”, según lo define. Este espacio digital combinará lo virtual y lo físico, con relaciones reales y dinámicas, interconectado a todos los dispositivos, con capacidad económica y social real y con un usuario con identidad digital. Estos serán los avances que en este año darán paso a la nueva era:

Ciberseguridad. La calle ha dejado de ser el principal escenario para la delincuencia. Más del 25% de los delitos se cometen en la red, desde secuestros y extorsiones a violencia sexual. Todas las empresas de ciberseguridad coinciden en que el próximo año seguirá creciendo su incidencia.

Nataly Kremer, directora de producto de Check Point Software, augura un “aumento exponencial de la sofisticación de los ciberataques” que obliga a adoptar tecnologías avanzadas para contrarrestarlos. Según los datos Check Point Research, los ciberataques aumentaron un 75% a nivel global durante el tercer trimestre de 2024, impulsados por la inteligencia artificial.

“Las amenazas no se limitarán al ransomware [secuestro de datos y sistemas seguido de extorsión]. El auge de la Internet de las Cosas (IoT), con 32.000 millones de dispositivos previstos para 2025, según Morefield, ampliará la superficie de ataque”, advierte Kremer.

La experta en ciberseguridad ve la IA como “un arma de doble filo, ya que mejorará tanto los ataques como las defensas”. A los ciberdelincuentes, según explica, les facilita diseñar amenazas más precisas y eficaces para operaciones a gran escala con menos recursos. Pero, para los responsables de centros de operaciones de seguridad (SOC), esta herramienta ayuda “a priorizar los riesgos, reducir los falsos positivos y detectar patrones anómalos más rápidamente”.

Conectividad y móviles. “Se espera un futuro emocionante, ya que los proveedores de servicios de comunicaciones se están preparando para una transformación de la industria móvil”, afirma Fredrik Jejdling, vicepresidente y jefe de redes, en el Informe de Movilidad de Ericsson. “El viaje de innovación ya ha comenzado”, añade. Se refiere a la generalización de redes 5G, que a nivel global, al margen de China, solo alcanza al 30%. “Pero el uso cada vez mayor de la IA generativa en los dispositivos móviles, que permite la creación de contenido hiperpersonalizado a escala, puede afectar los volúmenes y las características del tráfico de datos móviles en el futuro”, explica.

Y tras el 5G, comienza la siguiente generación de conectividad, el 6G, la puerta al metaverso. “Las capacidades de 6G permitirán hacer realidad la visión de moverse libremente en el mundo ciberfísico, la construcción de un puente crítico entre el mundo de los sentidos, las acciones y las experiencias y la representación digital programable del mundo físico”, destaca Jejdling.

Nueva realidad. El mundo ciberfísico incluye la realidad aumentada y la realidad virtual, así como los gemelos digitales. Será posible proyectar objetos digitales sobre objetos físicos y generar una realidad mixta. Este avance permitirá las llamadas holográficas, en las que una persona esté representada digitalmente dentro de un entorno físico, e innumerables sensores integrados en este actualizarán y garantizarán la representación digital en tiempo real. Ibaraki llama la atención sobre las últimas gafas de Meta. Pueden parecer un dispositivo más, pero liberar los desarrollos de las nuevas realidades digitales de las gafas aislantes y cableadas para asimilarlas a un complemento común es un salto cualitativo.

Inteligencia artificial y agentes. La IA se va a incorporar a todos los dispositivos, no solo móviles y ordenadores. Aspira a convertirse en un agente, en un asistente permanente, una plataforma capaz de dialogar como un humano, analizar documentos (de texto, imágenes o vídeos) en distintos dominios, ofrecer respuestas y soluciones complejas y ejecutarlas en nombre del usuario. Es, según Sam Altman, máximo responsable de OpenAI: “Un colega supercompetente que sabe absolutamente todo sobre toda mi vida, cada correo electrónico, cada conversación que he tenido y que estará presente en todas las acciones”. Sin embargo, el auge de su uso no fue el esperado este año y las compañías confían en que el despegue sea el próximo.

Datos e internet de las cosas: El tráfico de datos, solo de la red móvil, creció un 21% el pasado año con un promedio mensual de 157 exabytes (157.000 millones de gigabytes). El principal motor es la visualización de contenidos de vídeo, que supone un 74% del tráfico. La tecnología lucha por mantener la capacidad de tráfico y busca fórmulas de hacer de forma más sostenible. A la industria del entretenimiento se sumarán los dispositivos conectados y que se enmarcan en la denominación común de internet de las cosas; ya suponen un 7% del tráfico y seguirán creciendo.

Drones. Los drones ya no se limitan a pequeños cuadricópteros con una batería que otorgaba poco alcance. Ahora son fundamentales para tareas de vigilancia, búsquedas, rescates, la guerra o entrega de material de emergencia. Los avances en la tecnología, los sensores y la caída de los precios auguran un nuevo auge de estos aparatos, pese al fracaso de su uso como herramientas de reparto, que aún sigue en proyectos piloto.

Jay Stanley, analista de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), advierte de un peligro al MIT technology review: “Si hay una acumulación de diferentes usos de esta tecnología, vamos a terminar en un mundo en el que desde el momento en que sales por la puerta de tu casa, te sentirás como si estuvieras bajo la mirada constante desde el cielo. Puede tener algunos beneficios reales, pero también necesita urgentemente controles y equilibrios sólidos”.

Chips: El corazón de todos estos avances son los materiales semiconductores que contienen los múltiples circuitos integrados con los que funcionan. El uso de la inteligencia artificial ha disparado su demanda y las exigencias de nuevas capacidades. Los Gobiernos, los gigantes tecnológicos y las empresas emergentes están compitiendo por un lugar destacado en esta industria. TSMC e Intel, dos de los fabricantes de chips más grandes del mundo, construyen gigantescas plantas gracias a las ayudas directas y financieras del Gobierno de EE UU que superan los 26.000 millones. Japón va a invertir 13.000 millones; India, 15.000; y Europa, más de 47.000 millones para intentar alcanzar la soberanía en un mercado copado por China. El objetivo en los nuevos desarrollos es ganar potencia al mismo tiempo que eficiencia energética.

Compañías como Amazon, Microsoft y Google llevan años desarrollando sus propios semiconductores para evitar la dependencia de empresas extranjeras o de Nvidia, un gigante que acapara una gran parte del mercado de los chips de entrenamiento de IA más avanzados y un valor mayor que el PIB de 183 países.

Imágenes, deepfakes y desinformación. A finales de 2022 aparecieron los primeros modelos que podían convertir texto en vídeo. Empresas como Meta, Google y la startup de tecnología de vídeo Runway presentaron unos resultados que no parecían significativos. Año y medio después, Open AI presentaba Sora y le seguían Google, Runway Midjourney y Stability AI, entre otras. Hoy ya son capaces de crear películas completas.

Pero las habilidades creativas de estas herramientas se han visto enfangadas por su uso generalizado y masivo para crear deepfakes, imágenes con apariencia real que han inundado Internet con propaganda y pornografía no consentida. Este problema, que ha llegado a ser global, seguirá creciendo este año. Al fin y al cabo, el vídeo es el medio más natural de internet y redes como YouTube y TikTok.

Por otra parte, la desinformación en línea seguirá siendo una de las principales amenazas sociales y de los sistemas democráticos. “Estamos reemplazando la confianza por la desconfianza, la confusión, el miedo y el odio. La sociedad sin la verdad fundamentada degenerará”, asegura a MIT Technology Review Michal Pechoucek, directivo de Gen Digital, la firma tras marcas de seguridad en la red como Norton y Avast.

John Wissinger, que dirige equipos de innovación y estrategia en Blackbird AI, rastrea la desinformación de baja tecnología, como las publicaciones en las redes sociales que muestran imágenes reales fuera de contexto. “Las tecnologías generativas empeoran las cosas, pero el problema de las personas que engañan, deliberadamente o no, no es nuevo”, dice. Blackbird ha desarrollado Compass, una herramienta que permite verificar artículos y publicaciones en redes sociales. Investigadores del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y la Universidad de Cornell han habilitado un chat de inteligencia artificial entrenado específicamente para combatir teorías conspirativas y bulos (Debunkbot.com).

Coches sin conductor. A pesar de los incidentes y la regulación, los proyectos de coches sin conductora siguen avanzando. Manuel Carranza García, profesor y doctor en el Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Sevilla, defiende que “sus ventajas son tan evidentes que es casi imposible renunciar a él”. “En China ya está circulando. Ahora mismo parece que empieza a ser casi un programa legislativo más que tecnológico. Los desarrollos ya están ahí; tendrá fallos, como tenemos los humanos, y eso es también una cuestión legislativa. Pero los riesgos asociados a la conducción autónoma son mucho menores que las ventajas”, explica Carranza.

Robots. La carrera por esta tecnología está en manos de una veintena de compañías como 1X Technologies (participada por Open AI), Apptronik, Agility Robotics, Figure (participada por Jeff Bezos, Open AI y Nvidia) o Boston Dynamics, entre otras. Rev Lebaredian defiende que la parte mecánica del humanoide está prácticamente resuelta y que el mercado empujará a su abaratamiento, como ha sucedido con otros dispositivos. “Ahora tenemos la tecnología para construir estos robots físicos y reducir su precio a unos pocos miles de dólares”, explica. Lo que faltaba surgió hace una década, cuando la programación, según sus palabras, “dejó de generar herramientas para crear habilidades, inteligencia”. “Es una nueva revolución”, advierte. El equipo de Lerrel Pinto en La Universidad de Nueva York desarrolla técnicas que permiten a los robots aprender por ensayo y error, obteniendo sus propios datos de entrenamiento a medida que avanzan.

Supercomputación clásica y cuántica. Uno de los desarrollos en auge y que evidencia la convergencia de tecnologías es la proliferación de gemelos digitales. Crear, testar y modificar una futura realidad física sin prototiparla es clave en cualquier industria o en la modelización de sistemas complejos. El mayor, en el que está embarcado el Mare Nostrum del Barcelona Supercomputing Center, es crear un gemelo de la Tierra para entenderla y prevenir catástrofes. Otra máquina de capacidades inimaginables es el Frontier, del Oak Ridge National Laboratory, que se usa para desarrollar una Vía Láctea digital. “Si todo el mundo en la Tierra hiciera un cálculo por segundo, se necesitarían cuatro años para igualar lo que esa computadora puede hacer en un segundo”, explica el científico de computación de la Universidad de Tennessee Jack Dongarra.

Pero entender fenómenos complejos de la naturaleza, como el caótico movimiento de los fluidos o el mapa de las neuronas, estos gigantes precisarán de la ayuda de otra tecnología prometedora que empieza a dar señales de consolidación: la computación cuántica. Microsoft, IBM y Google presentarán este próximo año ordenadores y desarrollos que suponen pasos firmes hacia un procesamiento cuántico de un número suficiente de cúbits, de mayor vida útil y tolerante a los fallos, fundamental para completar los desarrollos de grandes máquinas clásicas.

Baterías. El camino que comienza este próximo año, con la vista puesta en la electrificación masiva, requiere muchas, mejores y más baratas baterías. Las de iones de litio, una tecnología de décadas de antigüedad que se usa en computadoras portátiles, teléfonos móviles, vehículos y para almacenamiento, tienen que dar paso a sistemas más capaces, rápidos en la recarga y de menor coste. Las investigaciones de este próximo año se centran en alternativas como las de estado sólido, la de ion-sodio, o hierro-aire.

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