Académicos de 11 países denuncian que “Estados Unidos se ha convertido en un régimen autoritario” y “hostil” hacia la ciencia

Por primera vez en más de 20 años, en el mundo hay más regímenes autoritarios —91— que democracias —88—, según el indicador creado por tres académicos de ciencias políticas de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia. Estados Unidos podría contarse ya entre los primeros, según denuncian hoy 13 académicos de 11 países, en una toma de posición contra las políticas del presidente Donald Trump.

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 Expertos en libertad de expresión e información lanzan una campaña para denunciar represalias y autocensura en la era de Trump  

Por primera vez en más de 20 años, en el mundo hay más regímenes autoritarios —91— que democracias —88—, según el indicador creado por tres académicos de ciencias políticas de la Universidad de Gotemburgo, en Suecia. Estados Unidos podría contarse ya entre los primeros, según denuncian hoy 13 académicos de 11 países, en una toma de posición contra las políticas del presidente Donald Trump.

“El Gobierno de Trump ataca sistemáticamente la libertad de pensamiento y de investigación de una forma muy parecida a la de otros regímenes autoritarios”, alertan en un editorial publicado enDigital Journalism, la revista académica líder en temas de periodismo. “El país que un día fue referente de la democracia y la libertad de expresión se ha convertido en el ejemplo más reciente de la corriente de autoritarismo a nivel mundial”, añaden.

Oscar Westlund, profesor de la Universidad Metropolitana de Oslo, en Noruega, es el primer autor de este artículo, que también firman otros 12 colegas de Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Países Bajos, Austria, España, Alemania, Chile, Singapur y Catar. “Teníamos la sensación de no haber hecho lo suficiente por denunciar la situación, y con este artículo comenzamos también una campaña de firmas abierta a académicos de todo el mundo con la que esperamos alertar de lo que está sucediendo”, explica este periodista nacido en Suecia hace 47 años.

Westlund reconoce que ha habido varios académicos estadounidenses de primer nivel que no han querido firmar por temor a represalias. También otras personas mucho más expuestas, como un estudiante de doctorado de Oriente Próximo que estudia en Estados Unidos y que le pidió expresamente que retirase un artículo académico que había presentado por miedo a represalias del Gobierno —Westlund es el editor de esta revista académica—.

El artículo también describe varios casos de autocensura en los que los investigadores deciden no trabajar sobre temas mal vistos por el Gobierno de Trump para no perder su financiación federal o exponerse a no poder salir o entrar del país. El académico muestra su perplejidad porque la editorial que publica esta revista, Taylor & Francis, con sede en Reino Unido y con unos beneficios anuales de más de 600 millones de euros, pidió que el texto fuese revisado por sus abogados para asegurarse de que no había nada por lo que les pudiesen denunciar. “Es algo que jamás había vivido en los siete años que llevo de editor, ni siquiera escuchado ningún otro caso en el mundo académico”, confiesa Westlund.

“Nunca en toda mi carrera pensé que llegaría un momento en el que dudase si firmar o no un artículo, pero lo cierto es que por un momento pensé en no hacerlo por miedo a posibles represalias”, explica por videoconferencia Stephen Reese, veterano profesor de periodismo en la Universidad de Texas en Austin. Reese es uno de los tres académicos estadounidenses que finalmente han decido apoyar esta campaña, en parte, explica, por todos los jóvenes que no pueden hacerlo porque su situación es mucho más precaria. “Creo que solo estamos viendo la punta del iceberg y que la autocensura y el miedo a las represalias afecta a todos los campos del saber, no solo a nuestro mundo relativamente reducido de la comunicación”. El académico añade: “Ahora estamos sufriendo en nuestras propias carnes lo que hasta ahora habíamos visto lejos, en países autoritarios a los que tal vez no prestábamos tanta atención”.

Ramón Salaverría, profesor de la Universidad de Navarra y coautor del artículo, explica que esta toma de posición, aunque modesta, es importante por surgir precisamente de académicos que estudian el periodismo y lo enseñan en las universidades. “La verdad y la libertad son los dos valores fundamentales sin los que no puede existir el periodismo”, explica. “Ahora que empezamos a ver casos de autocensura, de control de los temas que se pueden tocar o no, de recortes en la financiación, es importante que los que trabajamos en este ámbito académico nos demos cuenta de lo crucial que es defender la libertad científica y de expresión”, añade.

Salaverría, director del observatorio ibérico contra la desinformación, cree que el ataque general a la ciencia y a las universidades que está orquestando Trump en su país es comparable a lo que puede verse en regímenes como el de Venezuela. El Gobierno de Maduro “llegó a imposibilitar que los periódicos pudiesen tener papel para imprimir”, recuerda Salaverría. “Estas dinámicas empiezan a verse también en el mundo académico en Estados Unidos. Las universidades más grandes están plantando cara a los intentos de presión de la Administración Trump, pero otros centros más modestos están teniendo más problemas y les resulta más difícil actuar con plena independencia”. El académico cree que Europa no debe creerse inmune a este tipo de injerencias, impulsadas sobre todo desde la extrema derecha, y que resultan “tremendamente negativas para el futuro de la investigación”, añade.

Otra de las firmantes es Natali Helberger, profesora de derecho y nuevas tecnologías en la Universidad de Ámsterdam. La investigadora recuerda que hace tres meses se anunció en Holanda un brutal recorte de 1.200 millones de euros en el presupuesto de investigación y universidades impulsado por el Gobierno de coalición entre la derecha y la extrema derecha de Geert Wilders. Dos meses después, el líder ultra salió del Gobierno y provocó su caída, pero solo para fortalecer su postura de cara a las nuevas elecciones que la quinta economía de la UE celebra tras el verano. “Los ataques a la libertad de cátedra no son exclusiva de Estados Unidos ni mucho menos, sino una norma de los partidos populistas, también en Europa”, explica Helberger. “Los brutales recortes anunciados dejan claras las prioridades de un gobierno de derechas, ahora caído. Un reciente informe de la Real Academia Neerlandesa de las Artes y las Ciencias ha denunciado que la libertad académica está en peligro en Países Bajos, y ha detallado cómo los gobiernos presionan a los centros de investigación y las universidades con presiones, legislación y ataques directos a ciertos investigadores”, añade.

Los firmantes han habilitado una web para recoger apoyos de la comunidad académica, no solo de la comunicación y el periodismo, sino también de cualquier otro campo del saber.

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