El presidente ruso aplica la represión sobre todo tipo de disidencia y busca aliados para vender petróleo y mantener a flote su economía El presidente ruso aplica la represión sobre todo tipo de disidencia y busca aliados para vender petróleo y mantener a flote su economía
Una de las características que los rusos más valoran de sí mismos como pueblo es el estoicismo: la entereza, la serenidad y la imperturbabilidad frente … a la desgracia. Recuerdan con mucho orgullo momentos muy duros como los asedios de Leningrado y Stalingrado durante la Segunda Guerra Mundial, en los que resistir era una victoria. Esa mentalidad no solo perdura en la psique del ciudadano de a pie; también es más que probable que el presidente del país, Vladímir Putin, la tenga muy presente. El estoicismo ha calado profundamente entre sus compatriotas, tal y como indican los datos del centro nacional de estadística Vtsiom, que remarca que el 69% de ellos está dispuesto a ahorrar y asumir límites porque se siente responsable de su patria.
Valery Fedorov, director de este ente estatal, asegura que «la gente actualmente acepta con comprensión» el contexto y se dispone a sacrificarse «en aras de una conclusión exitosa» del conflicto en Ucrania. La mayor lucha interna desde 2022 ha sido la económica. La máquina de guerra consume muchos recursos y las sanciones internacionales han mermado las capacidades del país. Las estimaciones oficiales marcan que el 6,3% del PIB se dedica a la defensa. Si bien han tenido menos efecto del deseado por Occidente, los castigos sí han afectado a las finanzas de Rusia, algo que incluso miembros del Gobierno han advertido. Es el caso del ministro de Economía, Maxim Reshetnikov, quien reconoció el pasado verano que la situación es comprometida. «Creo que estamos al borde de la recesión», sugirió entonces.
Uno de los mayores salvavidas de Moscú en este tiempo ha sido China, que destaca como su mayor socio comercial, especialmente en lo que respecta a hidrocarburos. Ha llegado a ser el consumidor del 47% de su petróleo y del 21% de su gas. Estos combustibles son la particular gallina de los huevos de oro de Rusia, pero no han resultado suficientes para que la economía no sufra. Ha ayudado mucho también el sistema de importación y exportación paralela. Países como los de Asia Central se han convertido en puntos de entrada y salida de productos rusos. Kirguistán, por ejemplo, ha aumentado el comercio con la mayoría de los Estados de la UE entre 2021 (último año antes de la guerra) y 2023. Entre un 90% y un 30.000%, en concreto.
Persecución de la disidencia
La capacidad de resistencia de Putin en el poder, sin embargo, no se ve afectada por otros factores, como la oposición. Rusia no es hoy un lugar cómodo para el pensamiento disidente. Cuando hay una diferencia demasiado grande entre lo que defiende el Gobierno y lo que promulga otro actor político nacional, la solución suele pasar por perseguir a ese elemento ‘extraño’ que pueda suponer un riesgo o molestia. Una tónica habitual a lo largo de este siglo que se acentuó a partir de 2022. Protestas contra la guerra, contra el propio Ejecutivo e incluso críticas al desarrollo del conflicto mismo no se han tolerado ni lo más mínimo. Hay dos ejemplos paradigmáticos que prueban lo último: el destino de Igor Girkin, conocido como ‘el pistolero’, y quien ejerciera como jefe de los mercenarios de Wagner, Evgueni Prigozhin.
69%
de los rusos
está dispuesto a ahorrar y asumir límites para proteger a su patria, según los datos del centro nacional de estadística Vtsiom. Valery Fedorov, director del ente, asegura que «la gente actualmente acepta con comprensión» el contexto.
Girkin se encuentra en prisión desde 2023, acusado de incitar al extremismo. Previamente había anunciado que quería presentarse a las elecciones presidenciales. Él fue un hombre clave en las guerras del Donbás e incluso afirmó haber participado en la primera escaramuza entre las milicias prorrusas y el ejército ucraniano. Y Prigozhin está muerto. Lideró primero un grupo de hombres de fortuna en cuyas filas había numerosos neonazis y exconvictos y en junio de 2023 encabezó una fallida rebelión contra el régimen ruso. Solo dos meses después, el avión privado en el que viajaba a San Petersburgo sufrió una explosión y él falleció en el acto. En ambos casos, sus logros por la patria no les libraron de ser castigados por querer cambiar el rumbo del conflicto.
La mayor parte de la oposición más liberal se encuentra fuera de territorio ruso. La muerte de Alexéi Navalni fue el golpe más duro para los disidentes en su historia reciente. Falleció en febrero de 2024 mientras estaba en una colonia penal del Ártico. Muchos de sus colaboradores viven ahora en países occidentales. Algunos de ellos fueron también encarcelados pero intercambiados por presos rusos.
Un nuevo telón de acero
Otros supuestos opositores cerraron filas con Putin sin tapujos. En las últimas elecciones presidenciales, en 2024, todos los candidatos a disputar el liderazgo de Rusia al exagente del KGB sumaron en conjunto cerca de un 10% de las papeletas. Dos de ellos incluso tuvieron problemas para defender públicamente que buscaban ganar esos comicios. Cuando al comunista Nikolai Jaritónov le preguntaron si quería presidir el país, prefirió divagar sin dar una respuesta clara. Más obvio fue el caso del ultranacionalista Leonid Slutski, aspirante del Partido Liberal-Democrático, quien declaró que daría su voto al actual jefe del Kremlin.
Desde que se inició en 2022 la invasión de Ucrania y empezaron a llegar las sanciones de Europa y Estados Unidos, el Kremlin comenzó a levantar algo similar a un nuevo telón de acero. Todavía no es tan hermético como el que existió durante la Guerra Fría. Se parece más bien al ‘gran cortafuegos’ ideado por China, con medidas como la prohibición de numerosas páginas webs, cada vez más, incluidas las principales redes sociales así como medios de comunicación internacionales.
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