A Vinicius lo recibieron en Mestalla con un balón de playa. A nadie le sorprendió, claro. La visita aplazada de los blancos por la desgraciada dana estaba prevista para el fin de semana siguiente a la entrega del Balón de Oro que tanto frustró al brasileño, y la afición se guardó la mofa. No obstante, pese a la previsible burla del anfiteatro, al atacante, que compareció con un peinado en trenzas (igual que en su lento arranque de agosto), no le esperó de entrada en Valencia el ambiente abrasivo de la temporada pasada ni de la anterior. La tensión en el estadio —y ya en los exteriores— se disparaba en todas las direcciones, así que a Vini le tocaba una parte, pero no todo.
El brasileño pide perdón tras ser expulsado por caer en la trampa de Dimitrievski. Ancelotti anuncia que el club recurrirá la roja
A Vinicius lo recibieron en Mestalla con un balón de playa. A nadie le sorprendió, claro. La visita aplazada de los blancos por la desgraciada dana estaba prevista en el calendario liguero para el fin de semana siguiente a la entrega del Balón de Oro que tanto frustró al brasileño y la afición se guardó la mofa. No obstante, pese a la previsible reacción del anfiteatro, al atacante, que compareció con un peinado vacacional en trenzas (igual que en su lento arranque de agosto), no le esperó de entrada en Valencia el ambiente abrasivo de la temporada pasada ni de la anterior. La tensión en el estadio —y ya en los exteriores— se disparaba en todas las direcciones, así que a Vini le tocaba una parte, pero no todo.
Sin embargo, fue un comienzo equívoco para él, la trampa estaba por venir a la vuelta de la esquina de una noche que él terminó con disculpas a los suyos. “Perdón y gracias, equipo”, escribió en las redes tras el alivio del 1-2 arañado por sus compañeros después de su expulsión en el minuto 79. Otra vez, Mestalla no fue un territorio de alegrías y paz para él.
El Madrid había accedido al recinto por una entrada secundaria para evitar la boca del lobo. La policía desplegó en dos minutos el cordón de seguridad para que su autobús entrara por uno de los fondos mientras en la calle principal se cantaba contra todo y contra todos. También contra Vini, claro.
A esas horas de la tarde, no era el ambiente más hostil que había conocido el extremo en Mestalla. El resto lo ponía el Valencia, que se desplegó de inicio con la energía de los necesitados; nada que ver con el aire de suficiencia de los madridistas. “No podemos tener estas dos caras”, exigió Carlo Ancelotti sobre la diferencia en su equipo entre la primera parte y la segunda.
En una de esas del comienzo, Vini y Bellingham se quedaron arriba mirando a un valencianista que se dolía de un golpe en una jugada que acabó con un paradón de Courtois a Foulquier. Otro, no era el primero del meta belga. Ya le había sacado un tiro a bocajarro a Hugo Duro y, para que le clavaran el 1-0, tuvo que ser en un rechace tras un golpeo a la escuadra de Javi Guerra.
El puyazo ejerció de despertador en la velada de Vini, que pulsó su clásico ventilador mientras la grada subía el volumen en su contra. Bien acompañado por Bellingham, el brasileño comenzó a picar y fue el que mejor encontraba los huecos, aunque Ancelotti echó en falta que actuara más por fuera antes del descanso. En todo caso, tuvo dos claras. El primer disparo, aún con empate, se lo bloqueó Tárrega y el segundo, el pie de Dimitrievski.
En volandas al vestuario
No intimidaba aún el Madrid, pero Vini abrió las puertas del penaltito que le pitaron a Mbappé y que erró Bellingham. “Me molesta que hayamos fallado tres. Tengo que elegir mejor un lanzador”, avisó el italiano. El error desde los 11 metros terminó de volcar al Madrid sobre Vinicius y Vinicius aceleró, hasta entrar en uno de sus habituales procesos de autocombustión que acabó con el brasileño de mala manera, expulsado y llevado en el aire a los vestuarios para evitar males mayores. Le colocaron una trampa y metió el pie como un novato. Tras uno de sus intentos por la izquierda, Foulquier se la sacó y Dimitrievski, perro viejo, le dio un toquecito por detrás. Como encenderse un pitillo en el depósito de una gasolinera.
Vini le respondió con un golpe por detrás, el suficiente para que se montara el gran lío y que el árbitro se lo hizo pagar con la roja tras consultar en el monitor. En medio, propios y ajenos se llevaron al brasileño de la zona roja para evitarle males mayores, pero la noche ya no tenía remedio para él.
“No quiero decir que ha caído en la trampa”, analizó Carletto, que expuso que todo se debía haber resuelto con dos amarillas (una para el meta local por el leve golpe al madridista) y anunció que el club recurrirá la roja. Lo único positivo para sus intereses, y los del Madrid, es que cuando vio la roja y entró en cólera, se encontraba tan cerca del túnel de vestuarios que no costó mucho sacarlo de ahí en volandas y meterlo en la ducha por vía de urgencia. Otra visita a Mestalla en la que acaba desquiciado y expulsado. Esta vez, por suerte, no medió el racismo.
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