Trump añade incertidumbre a la economía

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha iniciado su segundo mandato en La Casa Blanca como un torbellino. Está mostrando una capacidad inusitada para cambiar el mundo que conocemos hasta ahora. Prácticamente, cada día desde que ocupa el Despacho Oval, el 20 de enero, se ha despachado con órdenes ejecutivas, que amenazan con modificar el mapa geopolítico mundial, trastocar las reglas comerciales acordadas en el marco de la OMC y alterar el desempeño de la economía.

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 Empiezan a surgir indicadores económicos que reflejan el impacto de la desordenada política económica del presidente estadounidense sobre la actividad  

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha iniciado su segundo mandato en La Casa Blanca como un torbellino. Está mostrando una capacidad inusitada para cambiar el mundo que conocemos hasta ahora. Prácticamente, cada día desde que ocupa el Despacho Oval, el 20 de enero, se ha despachado con órdenes ejecutivas, que amenazan con modificar el mapa geopolítico mundial, trastocar las reglas comerciales acordadas en el marco de la OMC y alterar el desempeño de la economía.

Los anuncios erráticos y desconcertantes sobre nuevos aranceles a México, Canadá, China o la Unión Europea, con cambios de criterios, falta de concreción y rectificaciones, están empezando a hacer mella sobre la mayor economía del mundo. El afán de Trump de corregir el déficit comercial que mantiene con sus principales socios y el desorden con el que pretende reequilibrarlo pone en riesgo el ritmo de crecimiento de Estados Unidos, como atestiguan varios indicadores.

La confianza de los consumidores se está deteriorando, las expectativas de inflación aumentan y el déficit comercial sigue creciendo. Incluso la Reserva Federal de Atlanta pronostica una contracción de la actividad en el primer trimestre.

La obsesión por recortar el gasto público y la alocada carrera de Elon Musk por suprimir programas presupuestarios y despedir empleados públicos o paralizar desembolsos federales contribuyen a la sensación de desorden, incertidumbre y terminan por lastrar el crecimiento.

Las dudas empiezan a correr por Wall Street. Los mercados, los mismos, que reaccionaron a la victoria de Trump por una clara apuesta a favor de EE UU, cotizan desde hace semanas un entorno más difícil de analizar. Ello ha permitido que la Bolsa europea supere a Wall Street desde principios de año, a medida que los gestores de fondos rotan sus carteras desde un mercado estadounidense de valoraciones más caras. Más allá del impacto final de las políticas de Trump en distintos aspectos (aranceles, sector público, industria), lo cierto es que los pragmáticos inversores han dejado de comprar el relato de la excepcionalidad americana.

Ni las empresas, ni los economistas creen que las políticas a trompicones y desordenadas de Trump vayan a provocar una recesión, pero sí empiezan a arreciar las voces que advierten sobre el alza de las tensiones inflacionistas y del frenazo de pedidos por el aumento de las dudas. Trump debería recordar que la incertidumbre no es buena para la economía.

 Economía en EL PAÍS

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