Los niños están bien

Disculpen que uno se ponga sentimental, pero hay un ritual que siempre se produce a unos tres cuartos de hora del inicio de los partidos en el que me suelo entretener. Una pila de niños y niñas hacen cola para fotografiarse en el banderín de córner, de modo que el estadio queda a su espalda y pueden llevarse una fotografía de recuerdo. La chiquillada se muestra excitada en esos momentos porque sabe que un rato más tarde se encontrará con los once titulares del Barça en la típica formación protocolaria que se repite desde que el fútbol es fútbol. Puede que no hayan dormido la noche anterior pensando en ese instante, fugaz pero memorable.

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 Disculpen que uno se ponga sentimental, pero hay un ritual que siempre se produce a unos tres cuartos de hora del inicio de los partidos en el que me suelo entretener. Una pila de niños y niñas hacen cola para fotografiarse en el banderín de córner, de modo que el estadio queda a su espalda y pueden llevarse una fotografía de recuerdo. La chiquillada se muestra excitada en esos momentos porque sabe que un rato más tarde se encontrará con los once titulares del Barça en la típica formación protocolaria que se repite desde que el fútbol es fútbol. Puede que no hayan dormido la noche anterior pensando en ese instante, fugaz pero memorable.Seguir leyendo…  Disculpen que uno se ponga sentimental, pero hay un ritual que siempre se produce a unos tres cuartos de hora del inicio de los partidos en el que me suelo entretener. Una pila de niños y niñas hacen cola para fotografiarse en el banderín de córner, de modo que el estadio queda a su espalda y pueden llevarse una fotografía de recuerdo. La chiquillada se muestra excitada en esos momentos porque sabe que un rato más tarde se encontrará con los once titulares del Barça en la típica formación protocolaria que se repite desde que el fútbol es fútbol. Puede que no hayan dormido la noche anterior pensando en ese instante, fugaz pero memorable.

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