Los aranceles de Trump afectan a cerca del 70% de las exportaciones de la UE a Estados Unidos

La relación comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea es la más fuerte del mundo. Basta un dato para hacerse a la idea: cada día cruzan el Atlántico en un sentido o en otros bienes y servicios por valor de unos 4.400 millones de euros. En consecuencia, las subidas masivas de aranceles que ha decretado Donald Trump en los casi tres meses que han pasado desde que volvió a la Casa Blanca acaban por arrojar unas cifras casi inimaginables en la mente humana. Por ejemplo, la Comisión Europea ha calculado con los números de 2023 que los tres paquetes anunciados por Washington (sobre el acero y el aluminio, sobre los coches y sus componentes, y los últimos y mal llamados aranceles recíprocos) alcanza a importaciones que rondan los 360.000 millones, entorno al 70% según estima la Comisión.

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 Bruselas calcula que las medidas de Washington sobre el acero, el aluminio, los coches y los llamados aranceles recíprocos golpean a ventas al exterior por más de 360.000 millones  

Guerra comercial

Bruselas calcula que las medidas de Washington sobre el acero, el aluminio, los coches y los llamados aranceles recíprocos golpean a ventas al exterior por más de 360.000 millones

Una tienda de vinos y bebidas alcohólicas en Nueva York, donde se venden productos europeos.
Manuel V. Gómez

La relación comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea es la más fuerte del mundo. Basta un dato para hacerse a la idea: cada día cruzan el Atlántico en un sentido o en otros bienes y servicios por valor de unos 4.400 millones de euros. En consecuencia, las subidas masivas de aranceles que ha decretado Donald Trump en los casi tres meses que han pasado desde que volvió a la Casa Blanca acaban por arrojar unas cifras casi inimaginables en la mente humana. Por ejemplo, la Comisión Europea ha calculado con los números de 2023 que los tres paquetes anunciados por Washington (sobre el acero y el aluminio, sobre los coches y sus componentes, y los últimos y mal llamados aranceles recíprocos) alcanza a importaciones que rondan los 360.000 millones.

El paquete arancelario más grande de todos es el último. La subida de los derechos aduaneros a la UE en un 20%, a sumar a los que ya se aplican, se notarán en ventas al otro lado del Atlántico por valor de unos 290.000 millones. La suma se completa con las decisiones previas que supusieron un incremento de aranceles al 25% para el acero, el aluminio, los coches y sus componentes. Falta todavía despejar la incógnita sobre qué sucederá con algunas de las importaciones y exportaciones no castigadas todavía, como los productos farmacéuticos, en el que el intercambio es muy intenso, apuntan desde Bruselas.

Esto, lógicamente, supone una mayor recaudación del Tesoro estadounidense: 81.000 millones de euros, cifra Bruselas. No obstante, estos últimos números están sujetos a que el escenario de transacciones no cambiara, algo inimiginable cuando la primera potencia del mundo aumenta los aranceles y los obstáculos al comercio internacional como no se había visto desde la década de 1930. Entonces la Administración de Estados Unidos, con Herbert Hoover como presidente y en plena Gran Depresión, impuso los famosos aranceles Smooth-Hawley y hundió su comercio.

Todos estos números estarán sobre la mesa este viernes, cuando el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, tiene previsto reunirse de nuevo con los responsables de las políticas comerciales de la Administración de Donald Trump. No es la primera, ha habido otras. Al menos, dos encuentros presenciales en Washington. Y el resultado, a la vista de lo sucedido esta semana, ha sido infructuoso. De hecho, desde la última reunión mantenida a principios de la semana pasada hasta este jueves, Donald Trump ha anunciado los incrementos de aranceles sobre los automóviles y lo que considera como “aranceles recíprocos”.

A pesar de esto, en Bruselas, al menos formalmente, no se tira la toalla de intentar la salida negociada. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha sido muy clara con eso: las conversaciones son la primera opción. Y también lo apuntan los funcionarios comunitarios que están en contacto con Estados Unidos y, a la vez, preparando las respuestas que haya para forzar la negociación. “Al mismo tiempo, seguimos reaccionando y protegiendo nuestros intereses. Estamos reaccionando para proteger a las empresas, los trabajadores y los consumidores. Esa es nuestra primera prioridad. Las represalias no son castigos, no son un fin en sí mismas. La UE no busca la escalada, sino la negociación”, apuntan fuentes de la Comisión.

De momento no se descarta nada para golpear a Estados Unidos, pero tampoco se concreta. Lo más claro en este capítulo es lo que sucederá el próximo 9 de abril. Ese día el Consejo de la UE votará el diseño final de la primera retorsión planteada contra Washington, la que elevó los aranceles al acero y al aluminio al 25%. Según la propuesta inicial, la respuesta de la Unión pondrá en el punto de mira productos como la soja o el bourbon, con el objetivo de golpear la producción de Estados tradicionalmente republicanos y, por tanto, afines a Trump. Para salir adelante, la propuesta necesitará que la respalde una mayoría cualificada de Estados miembros (un 55% de Estados miembros, 15 países, que sumen al menos un 65% de población). Será el primer test oficial de si la UE mantiene la unidad frente a Trump en la guerra comercial que el republicano ha comenzado.

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Sobre la firma

Manuel V. Gómez

Es corresponsal en Bruselas. Ha desarrollado casi toda su carrera en la sección de Economía de EL PAÍS, donde se ha encargado entre 2008 y 2021 de seguir el mercado laboral español, el sistema de pensiones y el diálogo social. Licenciado en Historia por la Universitat de València, en 2006 cursó el master de periodismo UAM/EL PAÍS.

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Arancha González Laya, exministra de Asuntos Exteriores.
Coches almacenados en un centro logístico de Duisburgo, Alemania.

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