La medida se suma a las decenas de órdenes ejecutivas firmadas por el magnate contra este colectivo, una de sus obsesiones: «Promesas hechas. Promesas cumplidas» La medida se suma a las decenas de órdenes ejecutivas firmadas por el magnate contra este colectivo, una de sus obsesiones: «Promesas hechas. Promesas cumplidas»
De los primeros días de Donald Trump en la Casa Blanca se podrían hacer muchos análisis, pero en ninguno cabrían criticas al nuevo presidente por incumplir sus promesas electorales, especialmente en materia de inmigración. Al magnate le ha faltado tiempo para comenzar su particular cruzada … contra los extranjeros asentados de manera irregular en Estados Unidos, donde ha declarado el estado de emergencia nacional en la frontera con México y ha dejado en el limbo a miles de solicitantes de asilo. Y su plan de deportaciones masivas, anunció el jueves su portavoz, Karoline Leavitt, está ya en marcha: 538 «ilegales» han sido por ahora arrestados y «cientos» más expulsados del país «en aviones militares».
La «mayor» operación de deportaciones en Estados Unidos -donde se calcula que viven casi 11 millones de personas sin papeles- busca frenar lo que el propio Trump ha definido como una «invasión». La inmigración es una de sus obsesiones. Lo demostró en su gira electoral por el país al describir a quienes cruzan la frontera como «salvajes», «animales» o «criminales» y acusar, por ejemplo, a los haitianos de comerse a los gatos, un comentario que lanzó en mitad de un mitin en la ciudad de Springfield (Ohio) y que revolucionó durante días la campaña. Él ni se inmutó. Y la mayoría del electorado, en vista del resultado en las urnas, tampoco. «Promesas hechas. Promesas cumplidas», presumió Leavitt al anunciar los primeros resultados del plan de expulsiones.
Las redadas anunciadas incluso en lugares hasta ahora seguros, como iglesias y colegios, se extienden por el país. Ras Baraka, alcalde de Newark, en Nueva Jersey, denunció el jueves que agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas «allanaron un establecimiento (…) deteniendo residentes indocumentados y también a ciudadanos, sin presentar una orden judicial». Entre los arrestados, dijo, hay un veterano del ejército estadounidense. «Newark no se quedará de brazos cruzados mientras se aterroriza ilegalmente a la población», advirtió el alcalde. La Administración Trump señaló que Chicago será otro de los rincones donde se desarrollarán estas intervenciones. Y en Arizona han comenzado a bajar la persiana los albergues para migrantes.
Varapalo judicial
Los asuntos relacionados con la inmigración acaparan buena parte de las órdenes ejecutivas firmadas por el nuevo inquilino de la Casa Blanca desde el lunes, cuando se convirtió en el presidente 47 de EE UU y comenzó a cumplir sus amenazas. En esta primera semana ha liquidado el programa impulsado por Joe Biden para ofrecer viajes legales a solicitantes de asilo -muchos de origen latinoamericano- que huían de la violencia y la persecución política, ha suspendido todas las llegadas de refugiados, incluidos aquellos que tenían ya permiso, o ha limitado el derecho a la ciudadanía por nacimiento en territorio estadounidense. Un juez de Seattle ha dejado en ‘pause’ esta última medida, que se salta la 14 enmienda constitucional, en lo que supone el primer varapalo al republicano en su regreso a la presidencia.
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Trump, además, cuenta con un aliado en su batalla antiinmigración en las principales instituciones, controladas por su partido. Esto ayudará a borrar el legado de Biden en esta materia. El Congreso, por ejemplo, a principios de semana, con el magnate recién instalado en el Despacho Oval, dio luz verde a una ley que permite ampliar el tiempo en prisión preventiva que pueden pasar los extranjeros en situación irregular en el país que sean sospechosos de delitos.
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